Hay días que Mateo amanece siendo un dinosaurio: levanta sus manitas como si fueran unas filosas garras y aprovecha toda oportunidad para lanzar gruñiditos cual feroz cachorro predador. Tiene 4 años y hace dos le diagnosticaron autismo. El pequeño ríe, juega y salta como cualquier otro niño; la alegría se le ve en los ojos.Fernanda Flores, su mamá, dice que nunca notó nada raro o diferente. Fue su pediatra quien observó un atraso en el lenguaje y le recomendó inscribirlo en el kínder. Poco después, la directora de la escuela le dijo que el pequeño tenía algunas características distintas al resto de los infantes de su edad: “en el habla no avanzaba, en la parte social le costaba mucho relacionarse con sus compañeritos aunque estuvieran todos muy chiquitos. Entonces, me recomienda ir con una neuropediatra”. Recuerda que a los 5 minutos la neuropediatra le dio el diagnóstico: su hijo tenía autismo. Buscó una segunda opinión y fue igual: en unos cuantos minutos le dijeron lo mismo.El Trastorno del Espectro Autista (TEA) no es una enfermedad, es una condición que hace que perciban o vean el mundo de manera diferente y que su comportamiento sea diferente. Existe un gran abanico de síntomas y su gravedad varía de una persona a otra. Algunos de los más comunes o notorios podrían ser que:Parezca que no presta atención o actúe como si no escuchara.Tienda a aislarse. Suela evitar el contacto visual y rechace el contacto físico.Le irriten algunos ruidos o, incluso, colores. Se enoje o ría sin alguna razón aparente.Sea una persona de rutinas y al menor cambio se altere.Tenga un atraso en el desarrollo del habla.Tenga patrones repetitivos en sus movimientos. Se obsesione con alguna actividad u objeto.Por años esta condición se ha relacionado principalmente con niñas y niños, pero también hay adolescentes y gente adulta que recién “descubren” que tienen este trastorno. “Adultos que podemos ver completamente funcionales, pero que se dan cuenta que de alguna manera siempre han tenido alguna dificultad para encajar en el mundo”, explicó en entrevista para Televisa la psicóloga Getzabel Gallardo, especialista en autismo y quien cada vez atiende más personas mayores en su consultorio.Este 2 de abril es el Día de Mundial del Autismo: una condición de vida, algo con lo que se nace y se vivirá siempre. El trastorno no desaparece, pero una terapia adecuada para que desarrolle determinadas habilidades (principalmente de comunicación y socialización) y la empatía de su entorno son fundamentales para ayudarles a adaptarse.Pero, ¿qué implica tener un pequeñito con autismo? Fernanda Flores lo describe como “un reto diario, es aprender a ver el mundo de manera diferente, así como ellos lo ven”. Y ser el triple de pacientes y comprensivos. La próxima vez que veamos a alguien tratando de contener un berrinche, antes de juzgar recordemos que las personas con autismo difícilmente controlan sus reacciones y podría tratarse de alguien con este trastorno. “Mi hijo puede llegar a tener un trabajo, puede llegar a formar una familia, puede tener grandes amigos, lo veo que tiene un futuro brillante, literal”, dice segura Fernanda Flores, mientras hoy el pequeño Mateo sigue siendo un dinosaurio, gruñendo y saltando feliz a su alrededor… recordándonos que también el mundo se ve de manera diferente.Instagram: vania.dedios