Según cuenta la historia, hace unos tres mil años surgió el patinaje sobre hielo en Finlandia. Desde entonces y hasta ahora el patinaje artístico o la danza sobre hielo sigue fascinando a un público que incluso en países como el nuestro -donde el agua no se congela de manera natural en lagos- se practica hasta el nivel olímpico como nos demostró recientemente Donovan Carrillo. Desde que yo era niña esperaba las olimpiadas de invierno para ver a estos bailarines sobre hielo dar giros y saltos; siempre he sido admiradora de lo que se baile con gracia, o en fin, de lo que se baile. Tendría yo unos 8 años cuando en Guadalajara se abrió la pista de hielo de Avenida México en la que a miles de niños nos pusieron los patines y por un rato rompíamos junto con el hielo y el contexto del clima caluroso que envuelve nuestra ciudad casi todos los medio días del año. En realidad parecía que íbamos a aprender a levantarnos después de horas de caernos, parecía que finalmente y después de golpes, porrazos y moretones podíamos andar hacia adelante. Parecía poco, que después de librar andar hacia adelante uno quisiera ir hacia atrás o intentar bailar en el hielo duro. Parece esta también una analogía con la vida. Bailar, sobre hielo o piso firme es liberarse, es empoderarse del ridículo hecho previamente durante minutos o años de ensayos para demostrar a un público que aquí “no pasó nada”, que se puede salir airoso de caídas y convertirlas en un movimiento bello, en una vivencia ligera.Este año, la rusa Kamila Valieva me ha dejado sin aliento. Yo no sé de técnica o de metodología del patinaje artístico pero sé de ligereza en el movimiento porque tengo años bailando y tengo los mismos años admirándolo. Este deporte, del que los bailarines clásicos tenemos mucho que aprender sigue siendo uno de mis favoritos para ver en las Olimpiadas. Que a la Valieva y su Bolero le vayan preparando el himno nacional o el movimiento de Tchaikovsky de su preferencia que no sólo (en mi opinión) librará las batallas políticas sino que dejará su nombre en la historia por lo que representa después de tantas caídas, golpes y porrazos. A Donovan Carrillo, mi admiración por librar también caídas, golpes y porrazos provocadas incluso por los mismos que se cuelgan su ida a Beijing.argeliagf@informador.com.mx • @argelinapanyvina