Viernes, 29 de Noviembre 2024

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Urge poner pausa a la lengua del presidente

Por: Salvador Cosío Gaona

Urge poner pausa a la lengua del presidente

Urge poner pausa a la lengua del presidente

Aunque para el presidente el significado de “pausa” se refiera a “serenar”, el resto del mundo lo entiende -y así lo marca también el diccionario de la Real Academia Española- como una “breve interrupción del movimiento, acción o ejercicio”. De manera que al hablar en su conferencia mañanera del pasado miércoles de pausar la relación con España, no resultó extraño que la noticia de que Andrés Manuel López Obrador estaba proponiendo una ruptura con aquel país ibérico se convirtiera en una especie de bomba que lastimosamente le volvió a estallar en el rostro al propio López Obrador, a quien evidentemente ya convendría obligarlo a hacer una pausa en su perorata mañanera que ha despuntado por las decenas de miles de mentiras que en ella pronuncia, por hacer del espacio una constante propaganda para su proyecto de Transformación, por recriminar cotidianamente el trabajo de periodistas y medios de comunicación, por poner en riesgo las relaciones internacionales, y por su cada vez más visible intolerancia a los temas que no son de su agrado hasta llegar la mañana de este viernes 11 de febrero al cúlmine de incurrir en el presunto delito de difamación y violar la Ley de Protección de Datos Personales tras dar a conocer información de un particular que pondría en riesgo la seguridad del afectado que en este caso resulta ser el periodista Carlos Loret de Mola.

Es por demás notorio que López Obrador no se deja asesorar, y si de por sí ya es riesgoso plantarse en un escenario para improvisar durante alrededor de dos horas, más lo es cuando no se tiene un script y la mayoría del tiempo se invierte en criticar, ofender, descalificar, mentir y externar ocurrencias.

Si AMLO escuchara opiniones de gente capacitada y no solo la voz de su esposa, quizá se habría evitado el bochornoso episodio con Panamá, siendo que primero le propuso a un acosador sexual como embajador para luego proponer a otro impresentable personaje para el mismo cargo, generando una enérgica respuesta de su homólogo panameño. También se habría evitado el desfiguro de acusar al gobierno de Austria de anticultural y egoísta por negarse a prestar a México el penacho de Moctezuma, hace también una semana.

Lo más reciente en el tema internacional es el exabrupto a España, con quien dijo haría bien hacer una pausa en las relaciones porque sus empresas han saqueado a nuestra nación derivado de “una promiscuidad económica y política en la cúpula de los gobiernos de México y España, como por tres sexenios seguidos”.

La reacción de los españoles, que han tenido que padecer la exigencia de López quien pretende que el Rey Felipe VI ofrezca disculpas a México por la Conquista de hace 500 años, fue preguntar ¿ahora qué hicimos? Y ciertamente no hicieron nada, solo que al mandatario mexicano le pareció buena idea usar el tema como cortina de humo ante la vorágine de críticas y reproches que ha recibido su gobierno y él en particular por un caso de corrupción en el que estaría involucrado su primogénito José Ramón.

Pero para tranquilidad de quienes sí tenemos claro lo que habría significado “pausar las relaciones” con España como se planteó, y entendimos que representaba una ruptura para enseguida llamar al embajador a abandonar el país, dejar un encargado de negocios solo para lo más urgente y detener la relación cultural, diplomática, consular y comercial con nuestro principal inversionista de la Unión Europea y el segundo a nivel mundial después de Estados Unidos de América, así como romper con uno de los principales destinos de exportación para nuestro país; y que habría desatado pérdida de empleos, fuga de capitales y una depresión económica, el jueves el propio AMLO matizó su declaración. “Lo que dije ayer es: vamos, por el bien de nuestros pueblos, a tener una pausa; no hablé de ruptura, no; dije: vamos a serenar la relación”, afirmó el presidente.

Sigue siendo un tema de preocupación la forma en que el presidente conduce los asuntos de política exterior, en tanto que el Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, continúa siendo humillado, ignorado y luciendo torpe frente al mundo.

Es evidente que Andrés Manuel requiere asesoría y no solo en materia de política exterior. El presidente no está bien de salud; si bien su falta de tacto, su testarudez, su obstinación, su soberbia y hasta su insensatez no es nada nuevo, sí lo es su euforia y su sentir todopoderoso -quizá como efecto secundario de ciertos medicamentos-, poniendo en riesgo a la nación. Urge un médico honesto que lo atienda; urge poner pausa a la lengua del presidente; y urge un canciller eficaz y digno. 

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