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Una victoria lo puede cambiar todo

Por: Raúl Romero

Una victoria lo puede cambiar todo

Una victoria lo puede cambiar todo

El domingo pasado, México obtuvo ante Alemania su victoria más importante en un Mundial.

Ante el campeón del mundo, el Tri jugó con pundonor e inteligencia para ganar un partido que muchos dábamos por perdido antes de jugarlo.

Desde ahora es posible decir que ese 1-0 ante Alemania será un hito en la historia de la Selección, pero no hay que subestimar los efectos que puede tener fuera de la cancha. Ésa es una de las magias de la Copa del Mundo: las victorias en el campo casi siempre se trasladan de algún modo a la vida real.

Es curioso que el Tri haya obtenido su victoria más resonante enfrentando a Alemania, un país que parece haber concluido en el campo de juego los cambios más importantes en su historia reciente.

El triunfo de la República Federal de Alemania en el Mundial de 1954 ayudó a sacar al país de la inhibición que lo invadió al final de la Segunda Guerra Mundial para proyectarlo hacia un próspero futuro. En palabras de Franz Beckenbauer, “Alemania era alguien de nuevo otra vez. Para todos aquellos que crecieron en la miseria de la posguerra, el triunfo fue una inspiración; el país recuperó su autoestima”.

En Italia 90, a unos meses de la caída del Muro de Berlín, Alemania Federal se coronó campeona. La euforia del triunfo ayudó a acelerar el complicado proceso de unificación que acababa de ponerse en marcha.

16 años después, como organizador del Mundial de 2006, Alemania mostró su nueva cara al mundo, luego de superar los traumas de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría: un país moderno y pacífico; eficiente, pero afable. El título de 2014 se convirtió en un símbolo de la potente y mesurada versión del país construida bajo el mando de Angela Merkel.

Con sus triunfos en 1958, 1962 y 1970, Pelé contribuyó a combatir el racismo, y ayudó a personas de color en todo el mundo a fortalecer una autoestima colectiva dañada por años de discriminación. Además, las victorias de la “Canarinha”, pentacampeona del mundo, han tenido un influencia incalculable en la formación de la identidad del Brasil contemporáneo.

Los efectos de las victorias futbolísticas no son siempre permanentes, o del todo benignos. El título de Francia en 1998 con un equipo llamado “Black-Blanc-Beur” (Negro-Blanco-Árabe) parecía la culminación casi mágica del proceso de integración racial del país, que, en cambio, aún no concluye y por momentos parece entrar en crisis.

Mientras la victoria en 1954 propulsó a Alemania a un brillante futuro, la derrota tuvo efectos menos agradables en el país rival, la prodigiosa Hungría de Puskas. Muchas personas, entre ellos los jugadores húngaros, creen que la desilusión que causó la derrota ante Alemania, fue uno de los factores que causaron la revolución que estalló en 1956.

No hay que olvidar que las emociones que moviliza el futbol pueden ser instrumentalizadas con fines políticos. Así ocurrió en Italia en 1934, en Argentina en 1978, y está ocurriendo ahora, con el Mundial que se disputa en Rusia.

Pase lo que pase en los siguientes partidos de México, el 1-0 ante Alemania ya está grabado en nuestra memoria colectiva, desde donde el atrevimiento, la imaginación y el empeño incesante del Tri y su cuerpo técnico nos indican la vía al futuro.

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