Sábado, 23 de Noviembre 2024

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Una semana de terror

Por: Gabriela Aguilar

Una semana de terror

Una semana de terror

Qué distinto martes. Ahora todos pensamos en Guerrero y en su gente, esa gente que ha vivido el terror del paso del huracán “Otis” por su tierra llevándose consigo su patrimonio y, en casos aún peores, a su familia. Caos, incomunicación, vandalismo y rapiña, los estragos sociales que genera la necesidad por la falta de víveres. El dinero no es útil, no hay nada que comprar, se necesita que los insumos lleguen de cualquier parte, pero no es suficiente.

Destrucción por doquier. Lo más lamentable no es ver todo lo que “Otis” afectó, para eso habrá tiempo, lo realmente cruel es saber que pudo prevenirse el dolor y el pánico, pero el Gobierno federal no lo hizo.

El Presidente López Obrador falló con su trabajo más importante: resguardar la integridad de los mexicanos. La información del avance de “Otis” como huracán fue de conocimiento para el Ejecutivo desde temprana hora el pasado martes 24 de octubre, pero no hubo alerta para Guerrero. No fue un tema en la mañanera de ese día, no se envió ningún comunicado preventivo.

Negligencia. Así se le llama a la omisión del Presidente. Advertirle a la población de Guerrero lo que se avecinaba habría sido suficiente, no para detener al huracán, eso no podía hacerlo nadie, pero para habilitar albergues, evacuar la zona costera y prevenirse con víveres hubo tiempo de sobra. ¿En qué estaba pensando el Presidente?

¿Qué hicieron mal las autoridades federales? Todo. Simplemente todo. Pudo haberse repetido la historia del huracán “Patricia” que hace ocho años impactó las costas de Jalisco y Nayarit un 23 de octubre. Pero no. “Patricia” fue considerado en 2015 el huracán más fuerte de la historia en el Pacífico mexicano por sus vientos de 345 km por hora y con rachas de hasta 400; sin embargo, aquél huracán que también era categoría cinco y que también evolucionó con una velocidad inesperada, la población y las autoridades lo estaban esperando. Horas antes de tocar tierra 25 mil elementos del Ejército y autoridades de Jalisco, Colima y Nayarit evacuaron a los habitantes que podían verse afectados. Se habilitaron refugios con víveres básicos, se suspendieron clases, se cerraron negocios, en pocas palabras protegieron lo importante: la vida de los mexicanos. “Patricia” llegó a la cita en los municipios de La Huerta y Cihuatlán, en Jalisco, pero todos estaban a salvo. No hubo víctimas mortales pese a las más de 20 horas de lluvias intensas, se registraron seis decesos no vinculados al huracán. Las pérdidas materiales fueron cuantiosas: casi tres mil 500 viviendas afectadas, pero no se lamentaron pérdidas humanas. Prevenir es posible.

El escenario en Acapulco es otro. Se registraron 46 víctimas mortales y una cifra aproximada de 58 desaparecidos, pero las cifras seguirán cambiando. ¿El Presidente tendrá otros datos al respecto que limpien su imagen? Ahora abre su agenda desde la seguridad de su oficina para emitir mensajes con las acciones del Ejército y su Gabinete en tiempo real trabajando desde la zona devastada; puede soltar cifras a diestra y siniestra sobre elementos llevando ayuda, los aviones ambulancia y cocinas móviles para apoyar a los damnificados, el restablecimiento de servicios y redes de comunicación, pero esos números no van a cambiar la historia ni su deuda con los guerrerenses y con todos los que han creído en él. “Poner en pie” el Puerto de Acapulco -como él dice- no es un acto de caridad, es su trabajo, nada más. Y es un trabajo que prefiere no hacer codo a codo con los damnificados. Su visita relámpago no hizo más que ganar titulares desafortunados porque no tuvo la sensibilidad de recorrer a conciencia la zona y entender lo que están viviendo los afectados. Su falta de sensibilidad es inaceptable, comparar las cifras de “Otis” con las de “Katrina” en 2005 es un insulto.

¿Qué sigue? Que México cierre filas como siempre y ayude a Guerrero; que el Ejecutivo actualice los radares del Servicio Meteorológico Nacional y adquiera más unidades para poder adaptarse al cambio climático y emitir alertas oportunas. ¿Quién diría que el proyecto para habilitar más radares en el país está inactivo desde 2016 incluso con recursos aprobados para México por el Banco Mundial? Pero lo más importante, sigue cambiar de enfoque y exigir cuentas, porque una negligencia como esta no puede quedar en el olvido.

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