Viernes, 29 de Noviembre 2024

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Una orquesta de ligas mayores

Por: Jaime García Elías

Una orquesta de ligas mayores

Una orquesta de ligas mayores

Escuchar la “Patética” (Sinfonía No. 6 en Si menor, Op. 74) de Thaikovsky con la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ), cuando aún están vivos en la memoria los ecos de la Cuarta Sinfonía del mismo autor con la legendaria Filarmónica de Viena que estuvo en México hace una semana, no necesariamente invita a hacer comparaciones. Sería una blasfemia… El ejercicio sirve, empero, para llegar, objetivamente, a la conclusión de que la primera, con la batuta en manos de Marco Parisotto, no desmerece ni tiene que sentirse poca cosa ante la segunda, con Gustavo Dudamel en el pódium. De que la OFJ, para decirlo pronto, es, hoy, una orquesta de Ligas Mayores.

El quinto concierto de la Primera Temporada 2018, presentado la noche del jueves en el Teatro Degollado (con sala llena: indicio del acierto en la confección del mismo), fue, como prometía el rubro del mismo, de la serenidad de la Serenata para cuerdas en Do mayor, Op. 48, a la conmoción de la ya citada “Patética”, ambas de Tchaikovsky.

Si la Serenata permitió constatar la solvencia de una sección –las cuerdas— que ha crecido cualitativamente de manera notoria en los últimos tiempos, la “Patética” sirvió para corroborar que el sonido de la orquesta se ha enriquecido, se ha pulido y se ha fortalecido.

En ambas obras quedaron de manifiesto la delicadeza y la robustez del ensamble. Lo mismo en los pasajes de tersura e intimidad extrema de la serenata, que en los sombríos de la introducción, en los atormentados por momentos, apacibles en otros, y en los lúgubres con que concluye –como concluye la vida misma, ha llegado a decirse de esta “obra magistral en el manejo de la forma sinfónica, de instrumentación monumental y de una veta melódica inacabable”, como apunta el programa de mano—, el ensamble justificó el interés que despertó el cartel, como ya se apuntó, y principalmente las cálidas ovaciones que epilogaron la velada.

Sin perjuicio de algunas fugaces disonancias de los metales en el primer movimiento de la “Patética”, el tempo, la dosificación de matices –los pianos, apenas perceptibles; los fortes, potentes, sin llegar a la estridencia; los crescendos y aun los compases de silencio, impecables—, hicieron del que nos ocupa un concierto memorable.

El programa se repite este domingo, en la misma sala, a partir de las 12:30 horas.

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