Sábado, 05 de Octubre 2024

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Una guerra extraña

Por: Armando González Escoto

Una guerra extraña

Una guerra extraña

Se ha cumplido un año de noticias cotidianas acerca de una guerra que ocurre en Ucrania, a casi once mil kilómetros de nuestra ciudad.

Pero ¿qué tipo de guerra es? Ahí comienzan las dificultades. ¿Es una guerra de invasión? Si, y no. Hace mil años en Kiev comenzó a fraguarse el pueblo, la cultura y la nación que hoy llamamos Rusia. Las invasiones mongólicas destruyeron la Rus de Kiev haciendo que la población migrara hacia lo que hoy se llama Moscú. Posteriormente en Crimea se fundó un kanato musulmán más o menos protegido por el imperio otomano. Entre el siglo XVII y el XVIII, toda la región fue incorporada a Rusia, si bien Ucrania había ya generado una identidad cultural y política que la Unión Soviética relativamente aceptó sin perder el objetivo de seguirla rusificando. Sabemos lo que ha ocurrido después, pero no del todo.

El Gobierno norteamericano tenía años buscando la manera de enfrentar la competencia comercial de Rusia y China. Por lo mismo todo el tiempo fue enemigo del gasoducto que llevaría este producto natural desde Rusia hasta Europa, entrando por Alemania, mismo que el año pasado fue misteriosamente destruido en el mar Báltico, no sabemos todavía por quién, pero se sospecha sin necesidad de mucha imaginación.

Desde luego, que la Unión Europea no deseaba una guerra en su patio trasero, tampoco la beligerante OTAN, pero Estados Unidos veía una oportunidad inmejorable de jugar una carambola que afectara por igual a Rusia, China y a la misma Unión Europea, eso es lo que los analistas dicen. Lo cierto es que ni la OTAN ni la UE, han admitido a Ucrania entre sus filas, ni tampoco le han enviado otra cosa que tanques viejos que hay que renovar y actualizar, pero de ningún modo aviones caza de última generación. ¿Es entonces un conflicto de desgaste ruso a costa de Ucrania que pone en riesgo la economía europea?

Esta extraña guerra pareciera un simulacro de guerra mundial jugada a trasmano donde las potencias occidentales ponen las armas y las municiones, racionadas, mientras Ucrania pone a los soldados, a la población civil, y a toda su infraestructura urbana y económica. Ya vendrán luego los contratos draconianos para la reconstrucción del país, justo como ocurrió luego de la fatídica guerra de los Balcanes, la de 1990 - 2001.  Si lo pensamos bien, ya alguien necesitaba otro conflicto, el de 2022 - no sabemos hasta cuándo.

Lo ideal sería que China acudiera en auxilio de Rusia, pues de esta manera la carambola sería perfecta, en esa línea habría que leer la nueva “globalifobia”, no me refiero a la lucha en contra de la economía global, sino a la paranoia hábilmente fraguada a propósito de los globos, prematuramente calificados de “espías”, como si a estas alturas de la tecnología mundial, hubiera todavía países primitivos y cavernarios espiando con globos. Desde luego fueron destruidos, y con ello la evidencia posible de los fines que tales artefactos perseguían, ahora sus destructores podrán decir lo que gusten y todos los medios de comunicación puestos a su servicio, lo repetirán hasta la náusea. Lo bueno es que en China existen varias empresas dedicadas a la fabricación de estos globos con fines de estudios atmosféricos, mismos que exportan a más de 40 países; entre los entusiastas compradores se halla Estados Unidos.
 

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