El mundo dio un giro de casi 365 días desde que las mujeres hicieron un paro de labores, de que el 9M demostrara que los ideales unidos podían generar acciones y que las redes de comunicación entre las activistas y los colectivos podían llegar a buen puerto. Hace un año, el movimiento feminista en México dejó en claro que las mujeres pueden avanzar sin quitar el dedo del renglón en la lucha por una vida libre de violencia. Mientras la defensa por los derechos de las mujeres busca progresos en las comisiones de los congresos estatales, el Gobierno federal le da un lugar de segunda al movimiento feminista, con un menor o nulo apoyo a las instancias que velan por las víctimas de la violencia de género.¿Qué se puede esperar al respecto si lo que se escucha de voz del líder de un país es el descrédito continuo, la desaprobación a las críticas o la validación de ciudadanos impresentables como candidatos del partido oficial para dirigir un Estado?Las mujeres y los movimientos han avanzado como nunca en el último año, y lo probaron enmarcando uno de los más notables desaciertos del Presidente en semanas recientes con el #UnVioladorNoSeráGobernador o #RompaElPacto, que en sólo unos días obligaron a retirarle la candidatura a la gubernatura de Guerrero a Félix Salgado Macedonio. El procedimiento de la Comisión de Honestidad y Justicia hizo lo propio y lo apartó de la contienda, pero no restringió sus derechos políticos; sin embargo, lo sorprendente es el ímpetu mostrado por el Ejecutivo para desestimar los movimientos, otra vez, con calificativos como “copias” o “expresiones importadas” a las críticas surgidas en todos los ámbitos.¿Es posible seguir jugando a la “gallinita ciega” en un país donde la mayoría de ciudadan@s se han quitado la venda de los ojos y en donde ha quedado claro que exigir derechos no es un delito? Las ideas generan acciones, de eso no hay duda, pero falta mucho para alcanzar el reconocimiento necesario y que la violencia de género sea un rubro de primera línea en la agenda del Gobierno federal, pero ya es momento de que lo sea, porque un año después de que la pandemia obligara al confinamiento, los índices de violencia doméstica, desapariciones y feminicidios se dispararon para elevar la curva en una estadística que no ha descendido.Feminismo no es luchar contra los hombres, no es vandalizar edificios públicos, no es pintar las calles de un solo color; es poner la lupa sobre un problema al que se ha preferido mirar de lado, o simplemente no mirar, un sesgo en la seguridad pública, una herida en la sociedad y, pese a ello, las mujeres seguimos aquí, en pie de lucha, con una palabra adelante para no dar un paso atrás.puntociego@mail.com