Si Enrique Alfaro fuera panadero, su pan jamás estaría frío: siempre calientito, recién salido del horno. Sabemos que esto es imposible, pero quién vende pan frío. Es una actitud muy humana: magnificamos nuestras virtudes y minimizamos nuestros errores. El problema surge cuando ese saludable autoengaño abandona el sentido común. En un individuo promedio se convierte en una distorsión mental y un problema de autopercepción. En un gobernante se transforma además en cinismo. Esta “desvergüenza en el mentir”, como lo define la RAE, tiene por objeto manipular una realidad siempre favorable. Cualquier versión que lo contradiga irrita enormemente al individuo, en este caso, al gobernador. El endeudamiento de Jalisco es apenas el último ejemplo. La deuda estatal pasó de 18.1 mil MDP a 29.5 mil MDP en esta gestión. Se puede matizar, como hizo el mandatario, que está “por debajo de la media nacional”, que en proporción al aumento del presupuesto disminuyó el peso de la deuda -así de abigarrado como suena- o que la deuda per cápita es menor que en Nuevo León. Lo que deseen, pero si afirmo que la deuda estatal aumentó con Alfaro, digo la verdad. Si añado que él prometió no endeudarnos, amplío esa verdad. El tema de la deuda es un magnífico ejemplo para ilustrar cómo el Gobierno alfarista activa un modelo comunicacional para suavizar los negativos de su gestión utilizando la estadística que, como reza la máxima, sirve para probar cualquier cosa, incluso la verdad. Otros ejemplos. En sus cifras de homicidios, el gobernador excluye las exhumaciones de cadáveres en fosas para acentuar una tendencia a la baja. Siempre toma como referencia 2018, el año con más violencia homicida en el mandato de Aristóteles Sandoval, pero nunca compara el total de asesinatos en el sexenio pasado con los registrados en esta administración porque aumentan de 8 mil a casi 12 mil. En su balance anual de 2023, en el tema de desaparecidos, evitó comparar las cifras con 2018, como lo hace con el resto de delitos, debido a que son “desconfiables” (tramposamente, pues sabe que este sexenio se han duplicado las desapariciones). Mezcló denuncias con localizaciones para extraer un porcentaje de disminución inverosímil, pero jamás habló de las 2 mil personas que desaparecieron en Jalisco durante 2023. En su sexenio pasamos de 7 mil a casi 15 mil desaparecidos. Podemos escrutar estos temas gracias al trabajo periodístico de colegas, medios y académicos que lo han puesto bajo la lupa, pero la manipulación de cifras oficiales se extiende como política de Gobierno a muchos otros rubros de la gestión. En este Gobierno dos más dos pueden ser cinco cuando el mandatario se suma al redondeo con causa… política. P.D. Esto en cuanto al sesgo estadístico, pero hay más. Desde el año pasado he registrado pacientemente lo que denomino “eufemismos gubernamentales” que prueban cómo el lenguaje también es un instrumento político para manipular la realidad (se los comparto en una próxima entrega).jonathan.lomeli@informador.com.mx