¡Qué tema el que posicionó el gobernador electo Enrique Alfaro Ramírez! Recibe en su fuerza política en el Congreso estatal a Héctor Pizano Ramos, hace unos meses presidente del PRI Jalisco y abierto aspirante a ser candidato a la gubernatura en el partido tricolor.El pragmatismo político establece nuevos límites, y aunque aparentemente Movimiento Ciudadano (MC) gana un voto en el Congreso con la incorporación de Pizano, también sufren desgaste la imagen del partido naranja y la del propio mandatario electo.En múltiples ocasiones -lo atestiguo-, Pizano Ramos fue elocuente en sus ataques a Enrique Alfaro, sus ideas y sus proyectos. ¿Eran todos fingidos?Varias veces también, defendió la gestión de Aristóteles Sandoval Díaz como la de un gobernador ejemplar en el país; además se presentó a sí mismo como un priista que aspiraba a dar continuidad al proyecto de Gobierno de Sandoval enfrentando las “mentiras” que, afirmó, ofrecía a los jaliscienses el proyecto de Enrique Alfaro.En el ejercicio de la política ya es cliché afirmar que se debe comer estiércol sin hacer gestos, pero ni Alfaro ni Pizano miden, a juzgar por lo que se argumenta desde el fin de semana, la reacción de la ciudadanía ante un acuerdo que se antoja ofensivo.¿Cómo puede contribuir Héctor Pizano al proyecto de refundación del Estado de Jalisco que ofrece el gobernador electo, cuando él mismo lo calificó de falsedad? ¿Realmente es indispensable su incorporación a la bancada de MC? ¿Qué valores, qué ideario lo identifican con un proyecto de trabajo que antes combatió?Si el análisis más superficial considera que para hacer política es indispensable ingerir desechos, una revisión más detallada arroja la necesidad de que los partidos políticos, los de viejo cuño y los recién llegados al poder, recuperen prácticas como la congruencia y la ética. Desde hace años, variedad de personajes públicos han dicho que “el esquema está agotado”. ¿Cómo renovarlo si la estrategia de base es incorporar a “políticos profesionales” sin importar sus antecedentes, su comportamiento público y privado?En el Revolucionario Institucional, en lo que queda de este instituto político, están evidentemente molestos con Héctor Pizano. Ahora que decidió unirse al movimiento de refundación, sobran los calificativos para él. “Traidor” es el más repetido. Ya inician un proceso de expulsión que bien puede o no, prosperar. Eso también forma parte de los antecedentes que Pizano, elegido como legislador por la vía plurinominal representando al PRI, deberá llevar en los tres años que a partir del 1 de noviembre próximo, tiene garantizados para ser diputado.Antes, en un ejercicio anterior como legislador, impulsó un presupuesto constitucional para el Poder Judicial; empujó también el desahogo de una larga lista de iniciativas pendientes que se arrastraban desde legislaturas pasadas y entre otras cosas, propuso reducir el presupuesto a los partidos políticos a la mitad. Nada de ello prosperó, pero al menos destacó, tanto que después llamado a formar parte del Gobierno del Estado como secretario del Trabajo y finalmente, presidente del partido político en el que militaba.¿Cuál será su desempeño ahora que regresa al Congreso? ¿Qué papel le asignarán?Cosas extrañas se observan en el ejercicio público.