Sábado, 30 de Noviembre 2024

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Un día sin impuestos

Por: Sergio Oliveira

El automóvil es el villano preferido de la sociedad en este momento. Contaminación ambiental y auditiva, accidentes fatales o no, atascos que merman su capacidad de cumplir eficientemente la tarea de llevar a personas de un lugar a otro, todo es verdad con relación a los coches. Para los políticos se volvió un platillo de preparación sencilla, de costo relativamente bajo y más popular que palomitas en el cine. “Movilidad no motorizada” se transformó en frase de campaña. Y hay mucho justificable en eso. Cualquiera con sentido común se da cuenta que la era del automóvil que comenzó hace poco más de 130 años debe llegar a su final, ya que el coche no es la solución de transporte más adecuada, al menos no como lo conocemos hoy en día. No verlo representa una miopía grave, pero menos seria que pensar que en el mundo como lo tenemos hoy, podemos vivir un día sin automóvil, como se le ha ocurrido al gobernador del Estado de Jalisco, Aristóteles Sandoval.

La idea del mandatario estatal es que durante un domingo de septiembre de cada año, se prohiba la circulación de automóviles en el Estado, con excepción del transporte público y de emergencias. Suena bonito. Pensar en las calles libres del estorbo físico que son los automóviles, sin el ruido de sus motores, sin la amenaza constante que representan para la libre circulación de los peatones, de verdad me pone a soñar. Me imagino caminando por las avenidas mirando a Guadalajara desde una perspectiva hoy solo posible desde la prisión apurada de las ventas de un automóvil. Me vislumbro cruzando López Mateos sin voltear a ver hacia ningún lado ante la tranquilidad que tendría de no ser atropellado. Pienso la rica siesta de la tarde más silenciosa del año y me pongo a soñar, casi tanto como nuestras autoridades.

Choque de realidad

Pero el claxon del repartidor de pizzas me despierta. No tanto por la fuerza del sonido que sale de su tímida motocicleta, sino por pensar que ese día ese hombre no tendría trabajo. Y ni él ni el restaurante se pueden dar el lujo de cerrar un domingo. Toda la industria restaurantera tendría serios problemas ese día, porque vamos, señor gobernador, el transporte público, incluso manteniendo los taxis, Uber y plataformas similares, no son suficientes para transportar a todos. Me pregunto si los hoteles cerrarían sus puertas por esas 24 horas, porque llegar y salir, para muchos, sería simplemente prohibido. Ir al aeropuerto o a la central camionera serían cuestión de suerte y seguramente la “tarifa dinámica” de los taxis ejecutivos subirían a la estratosfera. No quiero ni pensar en la desesperación de un padre sin medios para llevar a su hijo al hospital  luego de un accidente doméstico.

En Estados Unidos un dicho reza que solo hay dos cosas inevitables: la muerte y pagar impuestos. El mundo tal como lo conocemos, señor gobernador, aún depende del automóvil. No será un decreto, que hasta puede tener la mejor intención del mundo, que nos hará depender menos de él. Para que sea posible estar sin ellos 24 horas, también debería ser posible estar los otros 363 días del año sin él, es decir, sería necesario crear una buena, segura, limpia y puntual estructura de transporte público que nos permitiera eso. Pero es más fácil levantar la idea de acabar con los autos por un día, con la fuerza de un plumazo, fruto de una ocurrencia.

¿Y si mejor se gestiona con el Gobierno Federal para que, durante un día al año, Guadalajara sea una ciudad libre de impuestos? ¿Que las ventas del comercio durante ese día no cobren el IVA, como lo hacen ciudades estadounidenses como Portland —de manera permanente, por cierto— para así atraer a más turismo e incentivar el comercio? Eso es mucho más factible que dejar a muchos que trabajan en sus autos, vendiendo mercancías, transportando a particulares, trasladándose a muchas de las fábricas que su administración acertadamente logró atraer al Estado.

Estoy de acuerdo que hay que desincentivar el uso del automóvil. Hasta acepto las molestias causadas por las ciclovías que roban espacio hecho originalmente para el coche, aún cuando difícilmente se ve en ellas una bicicleta. El reinado del auto debe acabarse y alguien tiene que empezar la lucha contra ellos. Pero Jalisco —o cualquier otro estado o ciudad en este planeta, para acabar pronto— no está preparado para vivir sin coches, ni siquiera por un día. Y no será un decreto que cambiará esa realidad. Pero bien que todos, incluyendo a su administración, podrían sacar mucho más provecho de un día sin impuestos.

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