A raíz de la negación de México de apoyar la posición del Grupo de Lima en relación a la presidencia temporal de Juan Guaidó en Venezuela, hemos venido escuchando en los medios de comunicación dos términos de política exterior del siglo pasado: la Doctrina Estrada y la libre determinación de los pueblos. La primera es un lineamiento de política exterior mexicana de los años 30s; llama la atención que una doctrina que se elaboró en un contexto de expansiones territoriales y movimientos armados internos en México, aún se considere como el lineamiento idóneo de política exterior el día de hoy, en un mundo altamente interconectado y globalizado. En el caso de la libre determinación de los pueblos se refiere a una de las disposiciones del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (1966) que establece que todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación y en virtud de este derecho establecen libremente su condición política y proveen asimismo a su desarrollo económico, social y cultural.Por el alto grado de interconectividad y el creciente flujo migratorio en el mundo no se puede concebir un país como una entidad totalmente ajena a los demás países. Por citar un ejemplo actual, consideremos la crisis humanitaria en Venezuela. En años recientes han muerto más de 5,500 civiles (según un informe del Observatorio Venezolano de la Violencia) a manos de las fuerzas armadas por resistencia a policías y militares, una crisis de seguridad alimentaria y de acceso a la salud. El conflicto ha obligado a más de 2,3 millones de personas, a migrar principalmente a Estados Unidos, Colombia, Chile, España y Argentina, también se habían contabilizado en México, 32 mil 582 migrantes según la Oficina Internacional de Migraciones de la ONU. En el año 2018 se observó un incremento masivo de la migración a Ecuador, Perú, Panamá y Brasil. La crisis venezolana es una crisis de todo el continente. Algo similar ocurre en Nicaragua, que, a raíz de la represión del régimen actual, llevan más de 500 muertos y miles de nicaragüenses han migrado a Costa Rica, un pequeño país con un poco más de 4 millones de habitantes. Aún así, además de la posición oficial según una encuesta del periódico Reforma, un 63% de los mexicanos está a favor de que el Gobierno de México no intervenga en el conflicto aún cuando un 53% considera que sí afecta a México.Si el posicionamiento discursivo de México versará sobre la lógica de la “auto-determinación” en el sentido más amplio, llama la atención las criticas que se han hecho a las políticas antiinmigración del Presidente Trump. Unos amigos norteamericanos, al conversar sobre el tema comentaban que, si la política era la de no criticar y no cuestionar ningún posicionamiento interno de otro país, aún en casos tan graves como el venezolano, entonces ¿Por qué se le critica tanto al presidente Trump por sus lineamientos en política migratoria? Me recordaron entonces el dicho popular anglosajón que dice: “lo que es bueno para el ganso es bueno para la gansa”. ¿Les suena familiar?El aislamiento que podría provocar la aplicación sistemática de la Doctrina Estrada, conllevan el peligro de perder liderazgo y quedarse fuera de la conversación internacional. El alto grado de interconectividad e interdependencia que generan las redes a gran escala en el mundo, deberían empujarnos a repensar estructuras mucho más colaborativas y cooperativas que aporten soluciones ideadas desde una lógica global. El desarrollo económico y estabilidad social de los países es cada vez más una tarea en común. Los contextos cambian.