En torno al melodrama que vive la Cámara Baja del Congreso estadounidense, que ya ha convertido en histórica la elección de su presidente -la tercera posición politica mas importante del país vecino-, que se ha significado por la confirmación del divisionismo que se vive en las entrañas del partido Republicano, sale a relucir la figura de Donald Trump, quien de paso ha sufrido un nuevo revés y demuestra que quien en alguna ocasión fue el ‘patrón’, hoy vive lo que pudiera ser el ocaso de su carrera política -está agónico- cuando está envuelto en su poco realista ‘ilusión’ de regresar a la Casa Blanca.Cuando en la Cámara de Representantes los republicanos con mayoría de curules busca confirmar a quién sería su líder, no logran los votos suficientes (218) que llevarían a Kevin McCarthy a presidirla, ya que una veintena de diputados se ha rebelado en contra de la hegemonía trumpista que se ejercía y han desairado o ignorado las suplicas del controvertido expresidente.“No conviertan un gran triunfo en una derrota gigante y vergonzosa. Es hora de celebrar, lo merecemos. Kevin McCarthy hará un buen trabajo y, tal vez, incluso un gran trabajo”, escribió en Twitter Trump el martes por la noche. Sin embargo, pasó el martes, el miércoles y llegamos al jueves, y después de 11 votaciones -hasta el momento de escribir esta reflexión- se confirmaba el rechazo, convirtiendo la ocasión en un hecho histórico en la Camara de Representantes, ya que desde hace 167 años (1856) fue cuando se tuvo que recurrir al proceso hasta en 22 ocasiones.Muy al margen de lo que suceda con la elección del ‘Speaker’ -como se le denomina a quien preside la Cámara-, el candidato fuerte republicano ha quedado humillado, el partido mal posicionado y Trump prácticamente catapultado políticamente.A pesar de que el Congreso ha solicitado que a Trump se le investigue y procese penalmente por los cargos de obstrucción, conspiración, mentir e insurrección, además de otras imputaciones de tipo civil -que se cuentan por docenas-, el expresidente tiene arrastre entre un sector de la población; posiblemente no para llegar nuevamente a la presidencia, pero sí para hacer mucho ruido y crear serias controversias que provoquen divisionismo, como el que se está provocando actualmente en las entrañas republicanas y que pudiera tener repercusiones en las raíces sociales.Recientemente Jess Wegman, miembro del Consejo Editorial de The New York Times, en un análisis publicado hace unos días se hizo una pregunta: “¿Cómo se protege una democracia contra un líder político que es abiertamente hostil al autogobierno democratico?. Este es el dilema que enfrenta la nación una vez más cuando se enfrenta a una tercera carrera presidencial de Donald Trump, incluso cuando todavía se niega a admitir que perdió la segunda.”Pero a Trump no hay que descartarlo totalmente. Solo tenemos que remontarnos al 2015 cuando lanzó su candidatura; todo mundo pensó que sería una burla, que se trataba de una broma y oh sorpresa, en el 2017 tomó posesión como presidente. Sin embargo, a pesar de la experiencia tenida durante su administración, con la incógnita si será sancionado o absuelto de los cargos que se le acusa -poco probable-, la posibilidad de que logre su objetivo de llegar nuevamente a la Casa Blanca depende -en último término- de que una gran mayoría de norteamericanos comprenda con responsabilidad y precisión del peligro que Trump supone para la democracia. ¿Usted, qué opina?daniel.rodriguez@dbhub.net