Por Patricio Fernández CortinaMADRID.- Martes 16 de mayo de 2018. De nuevo la Plaza de Las Ventas de Madrid se llenó, en esta ocasión para ver torear a los matadores Antonio Ferrera, José María Manzanares y Alejandro Talavante, con toros de la ganadería de Núñez del Cuvillo.En ocasiones en los tendidos ocurre algo parecido a la Torre de Babel. La misma faena es calificada con distintas ideas, según el número de los que opinen. Ayer, el más serio aficionado opinaba lo contrario de lo que afirmaba otro que estaba a su lado. Y es que en esto de los toros, muchos creen saber lo que consideran que los otros ignoran.Lo valioso, más que el disentimiento, es que la fiesta se enriquece con las diversas opiniones, siempre y cuando sean honestas y no de necios ignorantes. El público de Madrid es conocedor, y a pesar de ello las opiniones estuvieron divididas sin haber consenso sobre cuál fue la mejor faena.Los tres matadores cortaron una oreja. Los tres hicieron faenas que tuvieron momentos cumbre. Fue una tarde de extraordinarias varas, y de pares de banderillas de perfecta ejecución al último toro de la tarde.Antonio Ferrera comenzó con una media verónica ejecutada con elegancia, llevando los brazos hacia el pecho, a un toro colorado de 553 kilos, que fue errante y distraído, al que tuvo que torear cerca de la querencia. Hubo derechazos con cadencia y suavidad, coronados con pases de pecho que emocionaron al público. El toro era débil. Antonio clavó la espada en la arena y lo toreó por naturales. Mató con gran estocada y recibió la primera oreja de la tarde ante el clamor general. Su segundo toro, otro colorado, de 570 kilos, tuvo más fuerza al principio y fue dos veces de largo al caballo, pero luego se rajó, siendo destacables dos derechazos lentísimos y con temple, que valieron la faena, y nada más.José María Manzanares y su poderío, inició con un toro de color negro, de 555 kilos, que también fue al caballo con fuerza, pero luego comenzó a dar de brincos, sin embestir, e incluso se echó en la arena. La estocada fue suficiente y el toro fue pitado en el arrastre. Con su segundo toro, un jabonero de 585 kilos, ejecutó unas chicuelinas ceñidas, y en medio de una verónica, por poco lo coge el toro. Fue sometiendo al astado a base de pases profundos, con cadencia, siendo bellísimo un pase de pecho que culminó una tanda de derechazos en la que hubo cambio de mano. Una gran estocada completó la faena, y recibió una oreja.Alejandro Talavante se enfrentó primero a un toro negro, de 538 kilos, iniciando con una tanda de derechazos flexionando la rodilla, casi rozando el suelo. Para el recuerdo un pase de pecho rematado con molinete, y una tanda de profundos derechazos. Mató con estocada un poco trasera, pero suficiente, y ante la petición general del público recibió también una oreja. De su segundo toro deben destacarse dos pares de banderillas de perfecta ejecución, con lo cual el público comenzaba a emocionarse, aprovechando el torero ese momento para pegar dos tandas de derechazos sublimes, y un natural templado que remató con pase de pecho. Pero luego del faenón, pinchó. Y con eso se esfumó la puerta grande.¿Cuál fue la mejor faena? Para mí, esta última. La más completa, con el toro que iba mejor que los demás. Pero hubo, como he dicho, división de opiniones en esta hermosa Babel que es la fiesta de los toros.