Empezar a empezar, como en aquella legendaria canción, así es como arranca la Fiscalía Anticorrupción en Jalisco.Con muy buenos augurios, por su carácter prácticamente independiente, pero no sin nubes de tormenta, amenazas y trampas por la batalla que tiene que dar ante el Gobierno del Estado para conseguir recursos para las necesidades de todos los días (como cualquier ente público), y también por el pretendido manoseo de la clase política que lo contamina todo, y más aún en tiempos electorales.Apenas acaba de ocupar el cargo el primer fiscal, Gerardo Ignacio de la Cruz Tovar, y ya tiene que empezar por un lado a participar en la rebatinga de recursos para operar con el mínimo posible, absorber entidades oficiales que en teoría ya se dedicaban al combate a la corrupción (muchas de las cuales ni siquiera sabíamos que existían), y por el otro lado librar las sacudidas de esa tentación de algunos políticos que la quieren ver como un gran instrumento de lucimiento personal, y más en tiempos electoreros.No será fácil.El fiscal debe operar a contra reloj para tener una estructura impecable, eficiente, blindada y con colaboradores probados. Además, será crítico el cómo esa estructura esté comunicando su quehacer.Y la parte más delicada en este momento será librarse del manoseo político. Apenas tomaba posesión de la Cruz y ya recibía dos presuntas denuncias “de políticos contra políticos”, que las presentaron para tener un pretexto para convocar a rueda de prensa y ganar reflectores. Con un fin eminentemente electorero. El burdo manoseo.Recordar que fue así como se corrompió la figura del Juicio Político; cuántas veces escuchamos que un actor político solicitaba juicio político contra otro, convocaba a rueda de prensa, mostraba feliz la copia de la solicitud, hacía ruido en los medios, y al final no pasaba nada. Desde su mismo nacimiento los juicios políticos están condenados al fracaso y al olvido.La nueva fiscalía está obligada a sacudirse precisamente esa tentación de los políticos. Su primera tarea será enseñar a la clase política que su accionar es serio; nada que ver con la simulación y la impunidad que acompañan hasta ahora a Auditorias y a los órganos en teoría encargados de vigilar el buen funcionamiento de gobiernos y poderes.Y como la Fiscalía nace de una genuina demanda ciudadana, su fuerza no va a estar en el fiscal, sino en los actores que la van a estar soportando; y ahí hablamos de organizaciones de la sociedad civil, universitarios, cúpulas empresariales, periodistas, etc. De una u otra forma todos ellos serán coadyuvantes en la tarea de combatir efectivamente la corrupción. Algo que no se había hecho en nuestro país.Valdría la pena que los políticos y sus allegados recordaran que la esencia con que nace la fiscalía, y la batalla para evitar que quedara bajo la esfera de algún gobierno o grupo de poder, se debe a la urgente necesidad de poner en su lugar a la clase política, y alejarla del negocio de negocios que ha sido para ellos la corrupción, porque eso ha tenido un costo enorme para el país y ha sido, desde nuestro particular punto de vista, la principal razón del atraso, la falta de desarrollo, de la impunidad y de la simulación.