“No sabemos si fue la marcha feminista lo que ahuyentó a la gente o qué pasó”, fue uno de los argumentos que el personal de una editorial esgrimió en un diario local sobre la ausencia de visitantes a la tradicional venta nocturna de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) el pasado viernes, el mismo día en que el valor y la valentía se fusionaron para que se escuchara fuerte el himno “Un violador en tu camino”.Compartí en redes sociales el “poderoso motivo” del desdén por la venta y de inmediato llegaron respuestas como: “la protesta tiene tintes violentos”, “las chicas son un peligro latente para las familias”, “corres el riesgo de que esas mujeres destruyan todo”. El asombro inicial -de culpar a la marcha- continuó con las respuestas de la gente que equiparaba a las integrantes del movimiento con terroristas. Culparlas, señalarlas, enjuiciarlas… de forma sistemática.En los mismos días las expresiones de violencia y repudio sobresalieron en las redes sociales por el caso de Karen Espíndola, que estuvo en un bar y no desaparecida. No le perdonaron no estar muerta después de la movilización que se emprendió para encontrarla. ¿Tan rápido pasó el caso de #LordCafé? ¿O el de la señora Abril Pérez, asesinada después de denunciar a su ex marido por violencia en la Ciudad de México? La mayoría de los cambios en la historia han iniciado con pequeñas revoluciones y ésta, la del himno femenino que persigue causas y exige justicia, pasa a la historia en el agónico otoño de 2019 como una muestra más de lo poderosa que es la fortaleza femenina.Fue en la FIL que encontré el libro que da título a esta columna y que forma parte desde hace tres años de los libros de educación básica en países como Suecia. Muestra de manera sencilla y comprensible lo que hoy tanto nos tiene enfrentados.La autora nigeriana, Chimamanda Ngozi expone: la palabra feminista está cargada de connotaciones negativas. La situación actual en materia de género es muy injusta. “Todos tendríamos que estar rabiosos. La rabia tiene una larga historia de propiciar cambios positivos. A muchos hombres los han criado para pensar que las mujeres son inherentemente culpables y a las mujeres, por el hecho de ser mujeres, a ser culpables de algo. El problema de género es que describe cómo tenemos que ser, en lugar de reconocer cómo somos realmente, así siendo quienes somos sin sufrir la carga de las expectativas de género. ¿Qué pasaría si, al criar a nuestros hij@s, no nos concentramos en el género sino en la capacidad?”Nadie dijo que sería sencillo pero se están dando pasos, leer este libro puede ser uno más porque el himno y la marcha de estas mujeres son solo una muestra de que se han apropiado de sus límites y temores y tienen las agallas para enfrentarlos.