Viernes, 29 de Noviembre 2024

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Tocar las notas… y tocar la música

Por: Jaime García Elías

Tocar las notas… y tocar la música

Tocar las notas… y tocar la música

La música no es para entenderse: es para disfrutarse. Las artes, ante todo, intentan procurar un placer estético a quien accede a ellas… Así, puesto que para apreciar las obras de Weinberg, Piazzolla y Shostakóvich incluidas en el tercer programa de la Tercera Temporada 2018 de la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ), la noche del jueves en el Teatro Degollado, no bastaba con el oído atento y el ánimo dispuesto, sino había que contar con información contextual, se explica que la concurrencia fuera apenas regular: menos de media sala.

Gabriel Chmura, director polaco, sobrio y eficiente, quien en México ha dirigido a la OFUNAM y a la Sinfónica de Minería, sacó partido al potencial actual de la OFJ como conductor huésped.

El programa se abrió con la Sinfonietta No. 1, Op, 41, de Weinberg. Es esa obra modernista -fue estrenada en 1948-, de corte conservador, con pasajes dotados de lirismo, la batuta de Chmura consiguió una excelente dosificación de color en todas las secciones.

El plato fuerte de la velada correspondió  a Las Cuatro Estaciones Porteñas, de Piazzola. Angélica Olivo -concertino de la OFJ-, como solista, reiteró su ya demostrada solvencia técnica y su capacidad interpretativa (aquélla implica tocar las notas; ésta, tocar la música…, que, aunque parezca lo mismo, no es igual) en una partitura exigente por compleja, y que ocasionalmente remite al oyente a Las Cuatro Estaciones, de Vivaldi, por sus fugaces reminiscencias de esa obra. Angélica y sus camaradas superaron magistralmente un percance (una cuerda del violín que intempestivamente se soltó), sin que la interpretación se alterara. Como colofón, obsequió un encore que obligaba a abrir bien los ojos para asegurarse de que no era un monstruo de cuatro brazos, tocando dos violines a la vez.

El concierto culminó con la Sinfonía No. 6 en Si menor, Op. 54, de Shostakóvich. Leonard Bernstein dijo de ella que “no parece sinfonía”, pues consta de sólo tres movimientos -no los cuatro habituales- y adolece de un movimiento inicial convencional. Grave, denso, sombrío el primero, ligeros, coloridos, festivos y aun jocosos los dos restantes, la obra, pese a los detalles señalados, arrancó cálidos aplausos -justa recompensa a la calidad y el esfuerzo de los intérpretes, por lo demás- y dejó un buen sabor de boca a los asistentes.

El programa se repite este domingo, en el mismo escenario, a partir de las 12:30 horas.
 

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