“Pausar significa que nos vamos a dar nuestro tiempo”, dijo ayer el presidente López Obrador sobre la relación con los embajadores de Estados Unidos, Ken Salazar, y de Canadá, Graeme C. Clark, hasta que rectifiquen sus críticas a la reforma al Poder Judicial y respeten la soberanía de México. Lo que debe entender el inquilino de Palacio, es que ambos diplomáticos representan a los Estados que los han nombrado, que los enunciados que emiten son a nombre de sus países y que ellos solamente son el conducto de sus contenidos. Que los argumentos esgrimidos -en este caso sobre la reforma al Poder Judicial- vienen directamente de Washington y Ottawa, y que no salieron a título personal de los parlamentarios. Lo que significa que si pone una “pausa” a la relación, la está ejerciendo en contra de los países en cuestión y no de los comisionados en nuestro país.Y si el caso es “pausar” la relación con quienes se oponen a la reforma judicial, entonces habrá poner “pausa” al vínculo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ya que la Relatora Especial de ese organismo sobre la Independencia de Jueces y Abogados, Margaret Satterhwaite, envió una carta al gobierno mexicano, en donde señala que lejos de evitar los riesgos de corrupción en el sistema judicial los amplifica; que ignore a la agencia Fitch Rating, quien dijo que la aprobación a las reformas “afectarán negativamente el perfil institucional general de México, pero la gravedad de su impacto se volverá más clara una vez que se aprueben e implementen”; que haga lo mismo con la advertencia del diario The Wall Street Journal, que en un artículo titulado “México coquetea con la dictadura”, dice que “se está haciendo un plan para reformar la Constitución, lo que acabaría con la libertad y prosperidad del país, como sucedió en Venezuela o Cuba”; con los publicado en su editorial por el Washington Post, donde va más allá y destaca que “el plan de López Obrador podría detener la integración económica de América del Norte”, porque “a través de su frontera compartida y su asociación en el Acuerdo sobre comercio entre Estados Unidos, México y Canadá tienen intereses mutuos en temas que abarcan el comercio, la migración, el crimen organizado y la seguridad nacional” o lo que señala el informe de Bank of America, “las reformas tienen enorme implicaciones para el funcionamiento de la democracia en México”.A todas las advertencias, observaciones, comentarios y puntos de vista, López Obrador ha contestado con un “es mentira, no les hagan caso”, calificándolas de “desafortunadas... imprudentes... burda actitud intervencionista”. Y así como en la verborrea matutina dijo de Canadá “da pena ajena” por la postura asumida, el que “da pena ajena” en el concierto internacional es el inquilino de Palacio Nacional, quien no entiende razones y da la impresión que tiene “pausado” el cerebro.¿Usted, qué opina? Daniel Rodríguezdaniel.rodriguez@dbhub.net