Sábado, 18 de Enero 2025

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Tiempos complejos

Por: Armando González Escoto

Tiempos complejos

Tiempos complejos

El 4 de abril de 1967 en la iglesia de Riverside, Martin Luther King pronunció un famoso discurso en el cual denunciaba al Gobierno norteamericano como el primer generador de violencia en el mundo, justo un año después fue asesinado el famoso defensor de los derechos humanos por un supremacista. No obstante, su obra y su muerte no fueron estériles, pero el Gobierno norteamericano ha seguido generando violencia en todo el planeta justificándose por todo tipo de falacias, cómo salvar al mundo del comunismo mientras lo hubo, o del terrorismo islamista, o de la amenaza china, o de la rusa, o de cualquier “eje del mal” que sus intereses jamás satisfechos les sugieran.

Ahora nos enfrentamos al “América primero”, eslogan de campaña de Donald Trump, el cual contiene dos aspectos inquietantes, uno es que los estadounidenses sigan pensando que “América” son ellos, y el otro, que quieran volver a ser o seguir siendo los primeros, usando los mismos medios que en el pasado emplearon.

A “América primero” le estorba el resto del mundo, al cual ha usado a tenor de sus ambiciones, pero también a tenor de la posible fuerza que el resto del mundo le pueda oponer, ¿México puede oponerle algún tipo de fuerza?

Para que América fuese primero, en el pasado, se requirió, entre otras cosas, del apoyo de políticos y grupos de todas partes del planeta que desde sus propios países operaban a favor de “América”, sea que pensaran que de esta manera favorecían a sus propias naciones, sea que los favorecidos fueran específicamente ellos, como ha sucedido con una interminable serie de políticos que, a cambio del reconocimiento diplomático de Estados Unidos, han puesto sus países bajo el dominio norteamericano. Los hombres de empresa han hecho muchas veces lo propio, con mayor ahínco a partir de la era de Salinas de Gortari, en que surgió un nuevo “sueño mexicano”: que Estados Unidos nos considerase como socios de igual nivel, y ya no como el corral de su gallinero.

Lo que el tiempo nos ha enseñado es que, para Estados Unidos, y con sus asegunes, el único socio posible es y ha sido Inglaterra, por razones obvias, máxime que los norteamericanos nunca le han pedido al Gobierno británico que pida perdón por los abusos cometidos durante la era colonial, sería absurdo, porque unos y otros son los mismos, y quienes pudieran sentirse agraviados prácticamente ya no existen, transitaron rápidamente del genocidio biológico al cultural.

Que los países latinoamericanos, con Portugal y España, pudieran construir un proyecto de comunidad internacional semejante, es algo que los propios estadounidenses han bloqueado con singular éxito ya por casi dos siglos, con el apoyo, desde luego, de incontables ideólogos latinos que consciente o inconscientemente han trabajado para que “América” siga siendo primero. Sin duda que el nuevo canciller del vecino país, Marco Rubio, conoce a fondo esta mecánica; no es contradictorio que una persona tan privada de diplomacia esté al frente de la diplomacia norteamericana, es que esa es precisamente su diplomacia.

El regreso de Trump pese a todo cuanto sucedió durante su anterior mandato dentro y fuera de su país, nos confirma que en Estados Unidos un alto porcentaje de sus habitantes son justamente como él, piensan como él, actúan como él, y juzgan a los demás, como lo hace él. Pero no todo es negativo, más allá de las formas prepotentes y brabuconas, hay elementos positivos que no deben ignorarse.

Afortunadamente, la “América primero” de Trump, tiene contrapesos poderosos que en el pasado no existían, esas nuevas asociaciones de países saben que tienen un reto enorme por los próximos cuatro años, y que las naciones débiles del planeta pueden con inteligencia ensayar un nuevo juego entre poderosos, que les permita dejar de ser la carne de cañón de magnates atrabiliarios y tarzaneros.

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