México coincide con no pocos países: vamos a extrañar al secretario de Estado Rex Tillerson, despedido por Trump de la manera más burda y grosera: con un tuit y sin recibirlo, a la manera de los autócratas. La señal política de Trump fue muy clara cuando Mike Pompeo, que encabezaba la CIA, fue de inmediato designado como secretario de Estado y se había ya convertido en la voz más cercana al presidente en lo que se refiere a política exterior.Es de suponerse que la Cancillería mexicana se prepara para asumir que la nueva política de Washington contra México se endurecerá. Pompeo es muy cercano a Trump: coincide con sus políticas, ha sido su cercano consejero. El ex jefe de la CIA es más extremista en sus políticas populistas y su raíz es del ala más conservadora del Tea Party. El cambio indica que habrá que valorar y redefinir políticas en muchos temas. Existen profundas discrepancias en el tema del TLCAN, en relación con la situación de los dreamers, las deportaciones de mexicanos cada vez más agresivas; en relación con el narcotráfico frente al que México ha librado la guerra de EU, que demanda cada vez más drogas, y también en relación con el absurdo muro, caballo de batalla de Trump. Ahí está también el tema de la colaboración en materia de seguridad que ha permitido a EU presencia y acción en el territorio nacional. Hay que desarrollar una política frente a la realidad de los ataques cibernéticos y el enorme tránsito por compra de armas en EU, que tiene un impacto considerable en la violencia en México. Otra cuestión a revisar es la política de México frente a la migración proveniente de Centroamérica hacia EU. Es evidente que la relación de México con Estados Unidos requiere una revisión integral que corresponda a las nuevas realidades y a la nueva política de Washington, frente a la cual México deberá decidir continuar, anular o rediseñar los acuerdos que considere pertinentes.Por lo pronto, basta de buscar acuerdos inalcanzables: hay que reconocer que la relación de México con EU atraviesa un deterioro creciente y un cambio que requiere una revisión. Los dos presidentes no se han podido reunir en más de 14 meses; los dos intentos han desembocado en fracasos y en costos políticos serios. De nada han valido “acercamientos” entre altos funcionarios de la Casa Blanca y el canciller mexicano. Tras reuniones de alto nivel, una llamada telefónica entre los presidentes acabó muy mal, lo que fue, de nuevo, motivo de agresiones de Trump. Después, inexplicablemente, el Presidente de México recibió a Kushner y conversó con él largamente. No hay información de los temas tratados.México tiene que revisar a fondo su relación con EU, porque ha cambiado drásticamente, en forma y en fondo, la relación bilateral, a pesar del buen trabajo realizado por el equipo negociador mexicano encabezado por el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, de que en EU cámaras empresariales apoyan el Tratado y de que gobernadores de varios estados han expresado que el cambio o fin del TLCAN tendría un fuerte impacto en contra de su economía. Que les pregunten a los productores de maíz que se vende a México en el Rust Belt: ¿cuántos empleos se perderían en EU?Llama la atención que el pasado jueves 10 militares de la Fuerzas Armadas de EU, ex comandantes del Comando Sur y el Comando Norte, enviaron una carta a Trump en la que le piden que se mantenga el TLCAN para mantener la cooperación que permite enfrentar mejor los problemas comunes trilaterales: “Sin el TLCAN, la cooperación con nuestros vecinos de América del Norte será menos probable, lo que debilitará nuestra capacidad para enfrentar los desafíos de la seguridad”.Y continúa la misiva: “Mientras se negocia el TLCAN, lo motivamos [...] a fortalecer el compromiso de EU con el acuerdo mismo. El TLCAN es mucho más que un acuerdo comercial: es un aspecto clave de nuestra seguridad nacional”. Advierten que el TLCAN “ha establecido un marco de confianza entre los tres integrantes, llevando a una colaboración cercana que permite atacar una gama de preocupaciones, incluyendo el tráfico de drogas, terrorismo, ciberseguridad, crimen organizado y migración”. Consideran que estos problemas son regionales y por tanto requieren una respuesta del bloque de los tres países.