El día que Tesla confirmó su inversión en México, Elon Musk regresó a la cima como el hombre más rico del mundo. Su fortuna asciende a 185.3 mil millones de dólares. La planta en Nuevo León, según El País, implicará una inversión de 4.5 mil millones de dólares. Para el magnate equivale a tener cien pesos en el bolsillo del pantalón y gastar 2.5 en la nueva gigafactory de Tesla.Esta megainversión impulsará el nearshoring, un término de moda y creciente objeto de culto entre los business man y la clase político-empresarial. Consiste en mudar la producción del país origen a uno cercano en donde todo es más barato: mano de obra, electricidad, agua, combustibles, insumos y claro, impuestos. Claramente el objetivo es generar más ganancias al inversor, no el altruismo.La pandemia de COVID-19 reveló la enorme dependencia del mercado y la economía hacia China. Hay una reconfiguración geopolítica de las inversiones, los modelos de producción y la relocalización de empresas motivadas por la “guerra comercial” entre el Tío Sam y el Dragón como la gran fábrica del mundo. Por eso se habla de que en este nuevo escenario global el “Made in China” pasará a convertirse en “Made in Mexico”.En ese contexto hay que entender la inversión de Tesla en nuestro país.Hasta ahora Tesla produce sus autos eléctricos en seis fábricas de Estados Unidos, China, Alemania y ahora México. La de Nuevo León será una gigafactory para fabricar principalmente las baterías de los autos eléctricos, que requieren grandes cantidades de litio (ojo aquí) y son altamente contaminantes tras acabar su vida útil. Según El País, Tesla podría fabricar hasta un millón de autos al año en esta nueva planta.Elon Musk llegó a México. El magnate y empresario disruptivo de 51 años que sueña con ir a Marte, fantasea con los autos sin conductor, creador del sistema de pago Paypal y morador distinguido de la cúspide de la riqueza mundial. Pero también el nuevo dueño de Twitter que reactivó la cuenta de Trump con una encuesta a sus seguidores, el Personaje del Año 2021 según la revista Time, el ultrarrico acusado de no pagar impuestos, el innovador demandado por violar derechos laborales y bloquear la creación de un sindicato en su planta de Tesla en EU.Desconocemos con qué jugosas concesiones convencieron a Musk. Bajo el pretexto de los acuerdos de confidencialidad, los incentivos de atracción para Tesla pueden quedar reservados, según ha sugerido el gobernador Samuel García.En 2014, Nuevo León regaló 700 hectáreas a Kia, además de la condonación de impuestos municipales y estatales por 20 años.Celebrar la inversión extranjera con furor ciego nos puede dejar como compradores de espejitos. Hay que cambiar esa idea nociva de que si hay inversión y empresarios haciendo mucho dinero, por sí solo, basta para generar prosperidad.Tesla eligió Nuevo León para maximizar sus ganancias con costos más baratos que en su país de origen. El gesto está lejos de ser una iniciativa altruista de empleo bien remunerado, desarrollo sostenible para la región y tributación justa.Creo que el momento que mejor define a Musk y la tecnoarrogancia de nuestra época ocurrió hace tres años cuando presentó el “cristal indestructible” de su Cibertruck, una camioneta futurista de Tesla. En el show de presentación, un voluntario lanzó una bola de metal y la ventanilla se rompió. Incrédulo, Musk pidió repetir la operación y el cristal irrompible se estrelló nuevamente. Con cara de sorpresa y supongo que tras miles de millones de dólares invertidos, cientos de ingenieros y recursos enfocados en perfeccionar ese momento, el magnate comentó: “Hay mucho por hacer”.Creo que la inversión de Tesla en Nuevo León tiene aspectos positivos, pero hasta ahora el mensaje de los gobiernos es como si nos hubiéramos ganado la lotería con la llegada de un filántropo a México cuando todavía “hay mucho por hacer”.jonathan.lomelí@informador.com.mx