La luna de miel de López Obrador con el pueblo bueno, ese ente idealizado que solo existe en el discurso del Presidente, parece haber tenido su primer descalabro en Cuautla, Morelos. La consulta sobre la termoeléctrica de Huexca que, en principio, deberá hacerse los días 23 y 24 de febrero, sin que esté aún claro quién será el encargado de ella, se topó con pared este fin de semana cuando los movimientos ecologistas y de defensa del agua se manifestaron en contra de la propuesta del Presidente.Usando los argumentos que López Obrador planteó en campaña, los inconformes dijeron que la pregunta que plantea el Presidente es amañada, pues solo habla de la termoeléctrica y no considera las afectaciones que el gasoducto y el acueducto traerán a la zona; que ésta debe ser sólo entre las comunidades afectadas y no involucrar a todo el Estado de Morelos y, finalmente, que no se debe decidir en 13 días una obra que lleva 9 años parada, que es muy poco tiempo para socializar la información y organizar correctamente una consulta.Ahora no son los fifís, sino una nueva especie de opositores: los “radicales de izquierda que no son sino conservadores”, dijo el Presidente en una de esas maromas discursivas a las que ya nos tiene acostumbrados. La pregunta es qué pasa si estos grupos que él ahora considera radicales bloquean la consulta o peor aún, no aceptan el resultado.El de Cuautla ha sido quizá el mitin menos entusiasta y más tenso de lo que va del periodo del Presidente. Por primera vez probó la hiel del desamor y hubo barreras de metal entre podio y el pueblo, que no por bueno estaba menos enojado. Tratar de revivir una termoeléctrica después de 12 años suspendida no es un asunto que se resuelva con una consulta, requiere un amplio proceso político para ir desenmarañando lo que hay detrás, desde abusos de poder hasta amparos, violaciones a derechos humanos, torpezas de los gobiernos y de la propia CFE, etcétera.Hasta ahora la popularidad y credibilidad del Presidente le ha alcanzado para echar para adelante cualquier tipo de decisión, incluso las más controvertidas. No es que no existan voces de oposición, sino que su palabra es tan pesada, tan fuerte, tan apreciada que el resto se desvanece. Quizá el capital político le alcance para sacar adelante la consulta de la termoeléctrica de Huexca, pero de ahí a que se construya hay un trecho importante.(diego.petersen@informador.com.mx)