Lunes, 25 de Noviembre 2024

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Tenamaxtli

Por: Armando González Escoto

Tenamaxtli

Tenamaxtli

La escultura realizada por Luis Larios Orozco en memoria del héroe cazcán Francisco Tenamaztli, se develó el 30 de diciembre de 1961, en el Parque Alcalde. En 1992 migró a la escalinata del templo de San Sebastián de Analco, en abierto diálogo con la de Cuauhtémoc, migrante éste desde la plaza del templo Expiatorio. Parece que no se entendieron, pues ahora Tenamaxtli ha vuelto a migrar, esta vez a la Plaza Fundadores.

Tenamaxtli fue un destacado y heroico defensor del pueblo cazcán, comunidad indígena que habitaba al sur de Zacatecas en los tiempos de la invasión española, mismo que se alió en su lucha con varios caciques en la famosa rebelión indígena del Mixtón, sofocada a fines de 1541, mientras Tenamaxtli huía a la sierra desde donde mantuvo una guerra de guerrillas por otros diez años, hasta finalmente rendirse. Fue deportado a España donde asesorado por fray Bartolomé de las Casas hizo una amplia defensa de su causa, sin que se conozca el final resultado de sus esfuerzos ni el sitio y manera en que murió.

Tiene el tiempo la virtud de limar asperezas, alterar los hechos e incluso modificarlos, gracias a lo cual la estatua del héroe Tenamaxtli luce hoy en la Plaza Fundadores para que las personas informadas puedan explicar que está ahí por haber sido uno de los principales oponentes a la fundación de Guadalajara, y a la vez, la causa indirecta de que la ciudad se estableciera finalmente en el ancho y fértil valle de Atemajac.

Es verdad que otros muchos jefes locales de la época, cocas y tecuexes, no habrían aceptado al invitado, pues Tenamaxtli, llevado por la justicia de su causa, devastó...

Es verdad que otros muchos jefes locales de la época, cocas y tecuexes, no habrían aceptado al invitado, pues Tenamaxtli, llevado por la justicia de su causa, devastó y masacró a diversas poblaciones indígenas, sobre todo en la región Valles, antes de concentrarse en el Mixtón; de esta suerte aquellas personas que ya sufrían los abusos de los recién llegados europeos, debieron ahora padecer la violencia de su defensor, pues ante Tenamaxtli, los indígenas no tenían escapatoria, o se le unían o eran asesinados.

Pero a casi quinientos años de aquellos hechos y ya todos beneficiarios de las bondades de esta gran ciudad, tener la estatua de Tenamaxtli entre los fundadores de Guadalajara, por más que sea contradictorio, no deja de ser un signo de final reconciliación, por lo menos a nivel de estatuas.

¿Faltarían otras? Por supuesto, la de aquellos caciques indígenas gracias a los cuales Guadalajara pudo quedarse aquí, crecer y desarrollarse, y seguramente en algún otro sitio, la de aquellos que al igual que Tenamaxtli se opusieron a los atropellos de los conquistadores, personajes que sí eran de estas tierras hoy denominadas Jalisco, por ejemplo, los caciques de Tetlán, Tototlán o Cuitzeo.

La otra opción sería integrar Zacatecas a nuestro estado, asunto difícil, pues hasta la fecha Jalisco ni siquiera ha podido defender sus fronteras con dicho estado; aún peor, mantiene en el aislamiento y el abandono a todas las poblaciones jaliscienses entreveradas con Zacatecas, en eso que llamamos “el norte de Jalisco”, pero que en la práctica ya es el sur de Zacatecas. Acaso la llegada del zacatecano Tenamaxtli presagie la entrega final del norte de Jalisco a aquella entidad.

armando.gon@univa.mx

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