Domingo, 24 de Noviembre 2024

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Temporada de informes

Por: Armando González Escoto

Temporada de informes

Temporada de informes

El arranque de la temporada de informes lo dio el sr. Presidente de la República. Desde los tiempos del general Porfirio Díaz comenzó esta costumbre, ya consignada por la Constitución mexicana de 1857, pero que había sido muy aleatoria; con el presidente Díaz se hace estable, si bien este general ofrecía dos informes anuales sobre el estado de la nación.

Dado que nos movemos legalmente en un plano de representaciones, el informe debe rendirse por escrito al Congreso federal, en tiempos lejanos se hacía igualmente un informe oral que daba ocasión a un baño de pueblo y de popularidad por parte del mandatario, eran célebres sus traslados en auto descubierto hacia el antiguo edificio del congreso, bajo una lluvia multicolor de papelitos y confeti, aplausos y vivas, y ya en el recinto, apretones de manos y palmadas, hasta que la oposición hizo de esos actos un verdadero infierno, insufrible para políticos acostumbrados solamente a la aprobación general.

Entonces se acordaron de que oficialmente bastaba con entregar el voluminoso informe escrito, algo que incluso podía hacer el secretario de gobierno. El presidente podía de su parte enviar un mensaje a la nación desde escenarios muy cuidados y desde luego, bajo control, sólo entrarían ahí aplaudidores o silenciosos oponentes. Así se ha seguido haciendo.

Nuestros alcaldes por su parte también rinden informe anual, pero todavía lo pueden hacer en escenarios más abiertos y casi públicos, aunque hay previa invitación. Prólogo de estos informes municipales ha sido la irrupción de los informantes en los medios de comunicación y desde luego, en todos los nuevos caminos de la internet con anuncios publicitarios de su obra y seguramente de su persona.

Informar a la sociedad sobre la situación de la nación, del estado o del municipio es por supuesto un deber y una necesidad, todos quisiéramos saber por una vez la condición real en la que nos encontramos, pero por regla general, no es por medio de estos informes que nos enteramos, aunque haya excepciones.

Tal vez bastaría con que dicho ejercicio de antemano se presentara bajo el título “Informe acerca de todas las cosas, acciones y servicios que nos han salido bien”, que de las que han salido mal o de ningún modo, porque no se han hecho, sobra quien se dé cuenta y lo diga por lo alto y por lo bajo. Esta honesta aclaración nos tranquilizaría y nos libraría del prejuicio de estar pensando que el informante nos engaña o nos oculta datos.

Ahora bien, si por un lado es cierto, y más o menos comprensible, que ningún político nos va a decir todo lo que le salió mal o lo que no ha podido hacer, también es verdad que este tipo de declaraciones los haría más humanos y cercanos. La sociedad actual tiene obligación y derecho de participar no sólo en los triunfos de sus representantes, sino también en sus derrotas, máxime que con frecuencia y en varios asuntos, somos responsables lo mismo de aciertos que de errores, una mayor madurez política tendría que abrirse a la escucha de informes más objetivos, más realistas, más conformes con lo que la misma gente ve y vive todos los días, de tal modo que informar no sea un acto de popularidad, sino de trabajo comunitario, donde lo bueno y lo malo debe ser reconocido y en su caso valorado.

armando.gon@univa.mx

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