Domingo 9 de septiembre de 2018. Primera novillada del certamen nacional “Soñadores de Gloria” en la Plaza de Toros Nuevo Progreso. Afortunadamente, de nuevo muchos jóvenes se hicieron presentes en los tendidos, ante una entrada de un cuarto de plaza, y pudieron constatar que en esto de la afición taurina hay que ser leales a la fiesta asistiendo a todas las novilladas y a todas las corridas, ya que no existe certeza de que todas las tardes serán redondas, pues como ayer, la tarde fue aburrida y la música no se hizo presente más allá del paseíllo y algunos acordes entre cambio de novillo.Se lidiaron dos novillos de la ganadería de Arroyo Hondo y cuatro de El Garambullo, en general bien presentados, pero en su mayoría carentes de bravura, lo que provocó que no embistieran como es debido, haciendo más notorias las todavía menguadas facultades de los novilleros.El novillero que se llevó la tarde, y eso que fue discreta su actuación, fue el hidrocálido Rafael Reynoso. Hay que decir que sus formas de torero no son finas, es desarreglado, pero tiene temple y lo mostró en varios pases con la muleta, llevando al toro con el tiempo adecuado entre la velocidad con que pasaba con la mano la muleta y el recorrido del toro en punto sublime sin tocarla.Esto me hizo recordar un video en el que el gran torero en retiro “El Viti”, oriundo de Salamanca, España, dice con todo conocimiento estas frases que ahora transcribo: “Templar es acallar y emocionar”. “Si cuando un hombre se juega la vida en el ruedo, los de arriba no han sentido un escalofrío en la piel, es que allí no se ha templado. Si pienso en el futuro, sólo pido a todos los jóvenes aficionados que no pierdan la fe, que se sigan sembrando ilusiones siempre apelando a la libertad, pues privar de libertad a una manifestación cultural como el toreo, es desquitarla de su esencia y de su identidad natural.”Y es que ayer sólo uno de los novilleros verdaderamente templó. El resto tiene aún mucho por hacer. El regiomontano Juan Padilla, ante el hermoso novillo jabonero de nombre “Fuerza José”, de la ganadería El Garambullo, un novillo que fue aplaudido desde la salida, no pudo hacerle nada. Había ahí más toro que torero. El español Daniel Menes no dejaba de brincar por todo el ruedo, era brusco en sus movimientos y pasaba las horas mirando a los tendidos esperando aprobación, mientras que nada salía de sus manos ni de su alma. Fría, helada lidia.De la lidia al novillo que tocó al hidrocálido Iván Hernández, sólo quedará para el recuerdo la extraordinaria puya de David Vázquez, cerca de la puerta de chiqueros, que fue la única ovación sentida de la tarde. José Miguel Arellano, de Aguascalientes, si bien tuvo la suerte de que le tocara un novillo inservible de El Garambullo, ni siquiera intentó imponerse con personalidad, con hambre, que es como debe ser, y por ende no transmitió nada más que sueño a los tendidos. Por su parte, Gerardo Sánchez, de Apizaco, Tlaxcala, tampoco mostró cualidades ante un novillo descastado.En esto de los toros es necesario que el animal tenga casta, es decir, que sea bravo y tenga nobleza, pero el hombre debe poner de su parte, y hoy demostraron que a estos novilleros les falta camino por recorrer y horas de entrenamiento para alcanzar el oficio, para domarse a sí mismos y hacerse de temple, lo que resulta indispensable para aspirar a ser toreros.