Por verborrea ninguno se detuvo. Desde Guadalajara hasta Ejutla, cada candidato en Jalisco se comprometió, juró y garantizó que, de ganar el voto de las mayorías, la vida en su municipio sufriría un cambio radical y hermoso a partir de octubre. La narrativa de la elección fue así: a ti sólo te tocaba enfilar la tachita hacia el nombre correcto y él o ella se encargarían del resto.Porque, claro, la vida, los comicios de cada tres años y los bailes con botargas nos han demostrado que sólo de una persona depende que la ira del Sol se contenga o que las lluvias dejen de inundar Plaza del Sol. También se ha comprobado que con el poder de la toma de protesta el aire se limpia solo, que los árboles en el Bosque La Primavera deciden crecer en tiempo récord y que el Lago de Chapala mágicamente se empieza a descontaminar.Ah, ¿no te la crees? Pues es que así de grande es el poder de la democracia, y quien piense lo contrario es porque quiere que le vaya mal a Jalisco.Hablando en plata, los millones de candidatos que participaron en el proceso electoral 2021 abrieron la boca hasta el cansancio. Hubo quienes un día salvaron gatitos y el otro se atrevieron a proponer la expropiación de La Primavera (un tema evidentemente muy por encima de su jurisdicción). Incluso hubo uno que ganó y que ahora está comprometido con la afición del Atlas para darle un nuevo campeonato. Así de grande fue el tamaño de su promesa.Terminada la fiesta de “propuestas” y sinsentidos, de usar al SAT para golpear políticamente al de enfrente y de pasarse por los huevos las medidas de sana distancia para evitar contagios de COVID-19 con el fin de mostrar músculo, lo que resta para ellos y ellas es cumplir. Y el reto al que se enfrentan es mayúsculo. Tanto, que posiblemente la hora de comerse sus palabras les llegue mucho más temprano que tarde.Al menos durante los próximos tres años, la rúbrica de Movimiento Ciudadano seguirá plasmada en una gran parte de Jalisco. Así lo decidieron los electores. Y la deslucida atracción de votantes para la marca de Morena en los comicios intermedios nos indica que muy probablemente ocurra lo mismo con los naranjas en 2024, pues de entrada hoy no hay un contrapeso que luzca para encarar al siempre transparente suspirante por la gubernatura, Pablo Lemus.Pero ese no debe ser un pase libre al paraíso para él y para la fuerza política que —al menos hasta ayer— representa. Es LA oportunidad de los ciudadanos para exigir y exigir hasta que el candidato ganador de 2021, el de 2024 y los que le sigan, trabaje para cubrir la expectativa que él mismo sembró al leer el discurso que alguien le escribió para tratar de convertirlo en el superhéroe de la función pública.Ahora les toca trabajar para nutrirse de las realidades que deben afrontar. Ahora les toca construir el plan de Gobierno que, como ellos mismos prometieron, realmente reducirá la brecha de desigualdad, de desabasto de agua, de contaminación, de inseguridad y de atracción de empleos. Ahora les toca lucir para mantenerse. Pero sobre todas las cosas: Ahora la beben o la derraman…