Para entender un conflicto hay que remontarnos a su origen: qué lo detona y qué intereses están en juego. En la disputa entre el gobernador Enrique Alfaro y la Universidad de Guadalajara, ¿quién hizo el primer movimiento? Para eso hay que remontarnos a la elección de 2021 en donde el Grupo Universidad, a través de su partido Hagamos, marcó su distancia definitiva luego de su alianza con Movimiento Ciudadano que ayudó a Alfaro a llegar a Casa Jalisco en 2018. Recordemos que durante los primeros tres años del sexenio, el Grupo Universidad y el alfarismo caminaron juntos. A tal grado que un ex rector, Tonatiuh Bravo, coordinó a los diputados federales naranjas en la LXIV Legislatura federal. De ese calado era el acuerdo. Sin embargo, poco más de dos meses después de la contienda de 2021, el gobernador recortó 140 millones de pesos asignados al Museo de Ciencias Ambientales, lo que acabó con la “paz fría” entre ambos grupos. Los síntomas de una relación tirante entre la Universidad y el gobierno estatal asomaron tímidamente durante la pandemia, pero la crisis sanitaria y la necesidad de colaborar juntos pesó más que las diferencias políticas. Las pequeñas fracturas, con diferendos sobre el regreso presencial a clases, se solventaron. Ahora, sin la pandemia, la disputa se recrudece. El punto de inflexión vino con el recorte presupuestal que hoy se ha convertido en un asunto que plantea dos visiones opuestas: para el gobernador se trata sólo de dinero. En cambio, para la UdeG es una violación “no cuantificable” a la autonomía universitaria que sienta un precedente para que cualquier gobernante premie o castigue a la Universidad con el control presupuestal. El otro factor que favoreció esta disputa se llama Andrés Manuel López Obrador. Los primeros tres años de gobierno, la relación tirante pero cercana entre Enrique Alfaro y Raúl Padilla se basó en ese enemigo en común que los mantuvo unidos. Sin embargo, el gobernador mostró mayor cercanía con AMLO justo desde agosto del 2021 cuando operó con sus diputados el recorte presupuestal a la Universidad. Paradójicamente, la cercanía de Alfaro con el Presidente tiene más visos de control y sometimiento presupuestal para las obras prioritarias del estado que de convicción real. Los volantes apócrifos contra la UdeG, la manifestación afuera del fraccionamiento en donde vive el rector y el cierre de filas de los emecistas son elementos propios de una “guerra sucia” y una lucha por el control político del estado. En resumen, las razones para la embestida del gobierno estatal contra la Universidad parecen más una represalia o una factura por la creación de su partido y una distancia crítica de los temas centrales del estado.