Podría llamarse también la marcha de la revancha, pero no se puede olvidar la metáfora con la que el propio Andrés Manuel López Obrador se mofó el lunes de la movilización del domingo pasado, ahora que ya convocó a la que él encabezará el próximo 27 de noviembre.Y es que las reacciones, antes y después, a la multitudinaria marcha ciudadana en defensa del Instituto Nacional Electoral (INE) continúan en ascenso en la rueda de prensa mañanera del Presidente Andrés Manuel López Obrador.De las agresiones verbales a convocantes y organizadores antes del domingo pasado, y a las descalificaciones hacia los asistentes después, ayer AMLO se desnudó al dejar ver como nunca su faceta de eterno candidato en campaña para seguir eclipsando su obligación constitucional de ser el Presidente de todos los mexicanos.Como la torpe ayuda que le brindó el secretario de Gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres, y su jefa Claudia Sheinbaum, al querer minimizar a 12 mil el número de participantes en la marcha de respaldo al órgano electoral, lejos de debilitar a este movimiento de resistencia ciudadana, dejó entrever la preocupación que despertó entre la nomenclatura del Gobierno de la autollamada cuarta transformación.La ofuscación de López Obrador vino desde el primer momento que se llamó a la población a salir a las calles para protestar por su iniciativa que pretende reformar al INE para restarle independencia, sobre todo con la mecánica propuesta de que las y los consejeros electorales sean seleccionados por medio del voto popular de una lista de 60 nombres integrada en partes iguales por el Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial.Por eso luego de regatear el martes los 60 mil asistentes que él mismo calculó el lunes, ayer finalmente no se contuvo y anunció que optó por regresar a las calles, sin duda la cancha que mejor le acomoda, y que parece considerar casi como un patrimonio que unos cuantos racistas y clasistas le quieren arrebatar.Para restregarles nuevamente a los que organizaron la marcha a favor del INE no haberse animado a llegar al Zócalo porque temían no llenarlo, López Obrador se despojó de la banda presidencial y se imaginó con la casaca guinda de su partido Morena al asegurar que como el suyo es un Gobierno que manda obedeciendo, saldría a encabezar una marcha el último domingo de noviembre del Ángel de la Independencia al Zócalo, porque empezó a “recoger opiniones” y “la gente quiere” que marche.AMLO negó que esa caminata que sustituirá de última hora a la concentración a la que había convocado al Zócalo el 1 de diciembre para rendir un mensaje por su Cuarto Informe de Gobierno sea para mostrar músculo. “Es para ver si la gente está contenta”, reviró.Lo cierto es que, en términos mañaneros, si a la de la defensa del INE la llamó un “striptease del conservadurismo”, su marcha del 27 bien puede ser la del “striptease presidencial”, donde dejará caer su investidura para salir a las calles con un inocultable ánimo revanchista y faccioso. jbarrera4r@gmail.comJaime Barrera