Lo que hemos visto de la delegación mexicana en los Juegos Olímpicos de Tokio, Japón, es resultado de una falla sistémica en la que los deportistas y sus entrenadores son quizá los únicos que se salvan. Los pírricos dividendos de una delegación conformada por 162 atletas que compiten en 27 disciplinas representando a un país de más de 130 millones de habitantes, es el más sólido ejemplo de que el deporte en México está fracasado; mal dirigido, mal soportado, mal encausado, y requiere de una cirugía mayor que tal vez no haya voluntad de llegar a ella desde la Federación, donde una y otra vez se justifica y se protege a quienes desde sus posiciones atentan y dañan lo que prometieron reconstruir.Ana Gabriela Guevara, titular de la Comisión Nacional del Deporte (CONADE), ha transitado de ser una atleta venerada que paralizaba a México un minuto cada vez que pisaba una pista de atletismo para competir a nivel internacional, a convertirse hoy en uno de los personajes más repudiados del país por su desastroso desempeño como funcionaria del deporte y señalada además como responsable de malos manejos por los que existen denuncias penales en su contra.“Yo te felicito por un nuevo récord mundial, mataste el Deporte Nacional en menos de 3 años”, le escribió en twitter el titular de la Comisión del deporte en la Cámara de Diputados, Ernesto Vargas, siendo uno más de los miles de internautas que le han reprochado su labor.Pero la CONADE depende de la Secretaría de Educación Pública (SEP) que encabeza Delfina Gómez, a quien habremos de incluir entre los responsables del fracaso olímpico y a su jefe directo, Andrés Manuel López Obrador, quien entregó a esta dependencia un presupuesto disminuido en año olímpico.Solo por hacer un comparativo, la CONADE recibió para Londres 2012 un presupuesto de 5 mil 357 millones; para Río 2016, 2,825 millones; y para Tokio 2021, 2 mil 676 millones.El Comité Olímpico Mexicano (COM), que preside Carlos Padilla, aun cuando es una asociación civil tiene responsabilidades específicas que igualmente merecería ser objeto de una revisión. Lo mismo debe ocurrir con las diversas federaciones deportivas dado que en muchas de ellas prevalecen cacicazgos enquistados que deben ser removidos.Los compadrazgos, los compromisos, la corrupción, los favoritismos, son tumores que han dañado al deporte nacional. El rotundo fracaso en béisbol, por ejemplo, tiene nombre y apellido.Los menos culpables son los atletas mexicanos que deben merecer toda nuestra admiración y reconocimiento a su encomiable esfuerzo porque solo ellos y sus familias saben los obstáculos que tuvieron que pasar para llegar a la justa veraniega; las peripecias para mantener la vela encendida de llegar a Tokio en medio de una pandemia, que sin duda afectó sus entrenamientos, pero que padecieron aún más por la falta de apoyos gubernamentales. Todos recordamos a algunos atletas boteando en las calles para comprarse aditamentos para mantener sus entrenamientos. Nada menos nos acabamos de enterar que Alexa Moreno, cuarto lugar en la prueba de salto de caballo en gimnasia, pagó de su bolsillo sus aparatos para poder entrenar, y que el multimedallista Romel Pacheco cargaba garrafones como parte de su preparación para Tokio. El actual régimen de la Cuarta Transformación, en nombre de la austeridad les quitó apoyos y becas, les redujo presupuestos, les limitó viajes, y desapareció el Fodepar (Fondo para el Deporte de Alto Rendimiento). Así que no podemos esperar resultados diferentes cuando se ha hecho tan poco para ganar.