Jueves, 28 de Noviembre 2024

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Sobula, sobresaliente

Por: Jaime García Elías

Sobula, sobresaliente

Sobula, sobresaliente

Cualquiera de sus nueve sinfonías o cualquiera de sus cinco conciertos para piano hubiera sido más que suficiente para asegurarle la inmortalidad a Beethoven. Si en los tres primeros programas de la Primera Temporada 2020 de la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ) los platos fuertes fueron la Quinta y la Cuarta sinfonías y el concierto Emperador, en el cuarto el lugar de honor correspondió al Concierto para piano y orquesta No. 1 en Do mayor, Op. 15.

La obra sirvió de tarjeta de presentación del joven pianista polaco Marian Sobula (39 años) con la OFJ y en el Teatro Degollado. Que leyera la partitura no fue en desdoro del ejecutante. Al contrario. Pese a su sobriedad extrema, a su aparente frialdad y a que en él predomina la técnica sobre la emoción, Sobula hizo una profunda lectura de la obra; consiguió una compenetración impecable con la orquesta -dirigida por su titular, Jesús Medina Villarreal, con quien ya ha trabajado anteriormente al alimón-, y de la nota aprobatoria pasó a la sobresaliente al ofrecer en el primer movimiento (allegro con brio) una cadenza brillante, exquisita, extremadamente virtuosística, diferente a la usual en ese concierto. Como encore -tras presentarlo en un perfecto español- ofreció un breve Estudio de su paisano Chopin.

La velada -con sala casi llena en el Teatro Degollado, por cierto- se abrió con la obertura La Consagración de la Casa, Op. 124, también de Beethoven. Solemne en su introducción, la obra tiene como pasajes sobresalientes un dúo de trompetas y una doble fuga que escapan a la influencia de Handel que todos los musicólogos advierten en la obra. Para ser perfecta, a la lectura de Medina Villarreal sólo le faltó acentuar los pianos que hubiesen propiciado, por contraste, un mayor lucimiento del crescendo y el fortissimo final.

El complemento del programa correspondió a la Sinfonía No. 7 en Do sostenido mayor, Op. 131, (a la que Shostakovich llamó “El canto del cisne de Prokofiev”). Reposada, melancólica y aun sombría en el moderato inicial, la partitura permite el lucimiento de cellos y contrabajos en el primer movimiento, de alientos y percusiones en el segundo, e incorpora disonancias que recuerdan a Scriabin y Shostakovich, al lado de compases nostálgicos que evocan a Tchaikowsky en el cuarto.

El programa se repite este domingo, en la misma sala, a partir de las 12:30 horas.

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