El costo más importante, por supuesto, serían las vidas en peligro, a las que habría que agregar los aspectos sociales y económicos; por lo que muchos muchos consideran que no habrá un guerra. Y efectivamente parece ser poco razonable dar el paso, pero la violencia es así: irracional.Lo que sucede en Ucrania es un desafío al orden establecido por Europa y Estados Unidos frente a Rusia luego de la caída del muro de Berlín que puso fin a la guerra fría. Nació entonces un resentimiento en la dirigencia rusa y especialmente en un hombre: V. Putin que se proponía fortalecer la antigua grandeza de la nación de los zares. A partir de entonces Europa se expandió hacia el Este y en un aparente rincón quedó Ucrania como una nación a la cual Putin considera como parte de sus intereses naturales. En 2014 un gobierno pro occidental tomó sorpresivamente el poder al ganar las elecciones y los rusos quedaron desconcertados, acto seguido decidieron, al final de ese año, invadir Ucrania y anexarse por la fuerza un territorio que siempre consideran propio: Crimea y fomentaron un movimiento secesionista iniciando indirectamente una guerra de baja intensidad en la que han vivido los ucranianos. Los acuerdos de alto al fuego no han sido cumplidos y los ruso exigen que se cumplan compromisos políticos conocidos en ellos que los ucranianos no están dispuestos a llevar adelante, convertir a su país en un especie de federación. Para ellos la amenaza es un capítulo más de esta disputa que ha costado más de 14 mil vidas. Se han acostumbrado a la violencia y lo de ahora es simplemente subir un grado a lo que ya conocen.Para los Estados Unidos el tema es relevante en varios planos: el primero por el desafío que significa revisar el orden derivado de la caída del muro de Berlín, que implicó la expansión de la OTAN y de su papel en el mundo como factor de estabilidad militar. Lo que los rusos quieren es revertir esa expansión, evitar que Ucrania se adhiera y recuperar su influencia en el Este de Europa. Los estadounidenses no están dispuestos a eso porque un retroceso sería símbolo de debilidad en un momento cuando el poder de China se fortalece. Por tanto, se trata de desafiar el papel de los Estados Unidos en el mundo, y por eso la reacción la ha encabezado personalmente el Presidente Biden. Si Rusia logra hacer retroceder a la OTAN y establece una alianza militar con China, el poder real estadounidense quedaría mermado. Por eso Putin juega apostando su legado político a un movimiento que puede ser definitivo para su futuro.Por otra parte los factores económicos son determinantes porque una guerra como la que se plantea tiene planos totalmente nuevos: en primer lugar la que se desarrolla en el ciberespacio y en la lucha por usar la tecnología para afectar las economías; ahí hay también una disputa por la supremacía tecnológica; en segundo lugar respecto al dominio de las fuentes tradicionales de energía que constituyen un fuente vital de recursos para Rusia. La transformación energética en marcha en el mundo significaría en el mediano plazo una menor dependencia de los combustibles fósiles de los que Rusia tiene enorme abundancia. De alguna forma la tensión militar hace crecer los precios del petróleo y el gas, lo que supondría mayores ingresos temporalmente, y al mismo tiempo desequilibrar las economías de muchas naciones que dependen de la energía externa como los europeos. En caso de desatarse un conflicto militar las consecuencias sociales y económicas llegarían también hasta nosotros: la inflación sostenida que vivimos en México y Estados Unidos tendería a crecer por el incremento en los precios de los combustibles, lo que puede generar un deterioro perceptible en el corto plazo en el poder adquisitivo de las familias, con la conocida inconformidad que eso produce. Por otra parte, las presiones geopolíticas harán más susceptibles a nuestros vecinos que reacomodan sus prioridades entre las que desciende la relación bilateral, dando prioridad a la seguridad militar, algo que ya vivimos luego del 11 de septiembre. Si la acción militar se sostiene durante un periodo largo, requerirá también una reconfiguración industrial afectando al flujo de exportaciones de la que depende nuestra economía. El costo sería enorme para todos por lo que esperemos que la diplomacia se imponga a la violencia y se encuentre una salida que salve la vida de muchos y aleje las sombras de mayor inestabilidad.luisernestosalomon@gmail.com