Los sismos nos sorprenden, a veces en los momentos más inesperados, y hay ocasiones en que no sabemos cómo reaccionar, porque esa incertidumbre mezclada con sorpresa imprevista causa una especie de parálisis mental y a veces también física.Es cierto que lo que alguna vez hemos experimentado en el pasado, o los recuerdos de lo que hemos visto y oído acerca de estos eventos, no es para menos que infundir temor e incluso terror.Los momentos álgidos son sin duda los más intensos, pero las repercusiones posteriores no son menos impactantes.Por lo tanto, es siempre muy conveniente estar alertas, prudencia y prevención son siempre importantes, pero también es muy sano conservar la serenidad y ver lo que es posible hacer por quienes nos rodean.Los otros terremotos.Geológicamente y en determinados momentos llegan como imprevistos eventos de este tipo, que nos conmueven profundamente y causan sorpresa y desequilibrio en nuestro entorno; pero también hay ocasiones que sufrimos en lo más íntimo del ser incidentes que nos parecen peores que estos accidentes geológicos que conmocionan al planeta.A veces nos parece que todo a en nuestro entorno se cimbra y en ocasiones también que nuestro mismo ser se desmorona.Dime si no, la persona que sufre un accidente y que de un momento a otro queda sumida en la más ingrata incapacidad, pero en lo más íntimo de su ser, todas sus ilusiones y proyectos crujen y se derrumban.Cuando una persona no ha logrado mantener en pie su matrimonio y se ve en la penosa situación de llegar al extremo del divorcio, sin duda en esos momentos tendrá la sensación de que la casa se derrumba y que todo lo que un día intentaron construir entre dos, se viene abajo, igual que uno de los terremotos más desastrosos que nos ha tocado presenciar en estas terribles ocasiones.Y no se diga si intempestivamente, por causas no previstas ni buscadas y ni siquiera provocadas, vemos fallecer a las personas que más queremos, o aquellas con las cuales contábamos como mayor apoyo.O cuando un fracaso frustra todo lo soñado, aquello para lo cual se ha estudiado, por lo que se ha trabajado, o a lo que se le ha puesto el mayor empeño. Son efectos tan devastadores y tan dolorosos como los de cualquier terremoto o sismo.Así nuestra vida va avanzando como el alambrista, por un delgado hilo del cual depende toda nuestra seguridad y a veces también nuestra alegría y vitalidad.Pero hoy por hoy estamos en las manos de Dios y la esperanza nos dice que toda nuestra vida depende de su providencia infinita, pero es un hecho que también que nosotros tenemos que poner nuestra parte y no ponernos en el peligro viviendo en lejanía.Caminar por el sendero más recto, sin descuidar lo que el Señor nos pide, y sin olvidar que Él necesita nuestras manos para ayudar a los demás, que se vale de nuestras palabras para llevar consuelo y ánimo a quien lo necesita, y que si somos fieles a su amor, cuando llegue nuestro último día, Él mismo abrirá los brazos para recibirnos.Hoy por eso elevamos una oración para darle Gracias, porque aparte del susto momentáneo, no hubo tragedias mayores y porque el día de mañana podremos seguir nuestro camino apoyándonos en su gracia y su amor.