Viernes, 22 de Noviembre 2024

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Sin armas los de San Juan

Por: Ivabelle Arroyo

Sin armas los de San Juan

Sin armas los de San Juan

No seré yo quien defienda a los 160 policías que tuvieron que bajar la cabeza, ponerse firmes y entregar sin chistar todas sus armas en la corporación policiaca de San Juan de los Lagos.

No, no los he de defender. Si por fin hay instancias que encuentran indicios de infiltración criminal y toman decisiones al respecto, no hay más que agradecerlo.

Pero eso sí, una cosa es no defenderlos y reconocer la pertinencia de la acción de los gobiernos federal y estatal, y otra es considerar que esa es la solución.

Esa es la medida ante la crisis, la respuesta inmediata ante la presencia de criminales en la policía, y está bien, pero es sólo la intervención de urgencias. Llevamos muchos años registrando las carencias, las amenazas y la vulnerabilidad de los policías municipales en todo el país. ¿Los vamos a sustituir por fuerzas federales, por policías estatales, por soldados de la Guardia Nacional? La ineficiencia y debilidad de los municipios sirve como argumento para restarles fuerza y facultades, pero esa es una trampa mortal. No se resuelven los problemas locales, de primer contacto, debilitando más a los poderes territoriales de primera instancia.

Los 160 policías del bello municipio de San Juan de los Lagos deberán pasar por un filtro de control para eliminar el virus que entró a su corporación, pero además estarán en una condición de vulnerabilidad mayor a la habitual. Su uniforme está manchado ante los ciudadanos honorables y su lealtad está en entredicho ante el crimen organizado.

No es un asunto menor. En Jalisco fueron asesinados 30 policías el año pasado; dos de cada 10 son amenazados y en el país han muerto 308, pero no en tiroteos o cumpliendo una misión, sino por agresiones directas a su cabeza y su corazón.

Algunos policías (o muchos) en el municipio norteño de Jalisco son piezas podridas, pero hay que cuidar el mensaje que se manda a la población y a los delincuentes. Hay que quitar la parte agusanada pero también hay que proteger a la corporación y el poder de la fuerza que se le permite usar al alcalde.

Muchas cosas positivas pueden salir de la intervención estatal y federal, pero este no es el primer caso ni será el último, así que ya hay lecciones a considerar. Las corporaciones policiacas municipales, de suyo maltratadas con equipo insuficiente, salarios ridículos, prestaciones de tercera, nula formación permanente y constante seducción por empleos complementarios (legales y criminales), quedan en peores condiciones tras una intervención así si no se acompaña ésta de una estrategia de fortalecimiento.

Que sea el caso, porque urge.

9 de marzo

Este no es un movimiento de feministas, o no sólo lo es ya de feministas, que por cierto sí fueron quienes prendieron la mecha. Hoy se trata de un movimiento amplio de mujeres sin adjetivos que gritan contra la injusticia y violencia de la vida privada, multiplicada e ignorada en la vida pública. Yo me sumo; a mí el nueve nadie me mueve.

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