Miércoles, 18 de Septiembre 2024

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Si se dejan, los sacamos hasta del sepulcro

Por: Carlos Enrigue

Si se dejan, los sacamos hasta del sepulcro

Si se dejan, los sacamos hasta del sepulcro

Recordando a la parentela fallecida y no buscando lugar para reposar, como me dijo un baboso al verme en el cementerio de La Resolana, recordé a un tío muy soñador que tuve, al que acusaban de holgazán, pero no, era soñador, aunque otros lo rehuían por enfadoso.

El hecho es que el tío falleció en el extranjero, ya que murió en Autlán y, como no había dónde enterrarlo ni parecía que hubiera nadie a quien le interesara, pues mandaron a un propio a casa de Tolito, a quien le valió gorro, porque si bien era su pariente, el fallecido tenía hermanas, a las cuales el tío notificó la infausta noticia, la cual les cayó mal, pues estaban en una percha y ya se sabe que los gorrones somos sufridos y no podemos interrumpir una pachanga, por lo que decidieron trasladar la muerte del tío al día siguiente, que ya no tenían argüende. Y al día siguiente fueron allá, y ya estaba echándose a perder el cadáver. El dueño de las pompas fúnebres les preguntó si lo afeitaban, porque tenía varios días sin rasurarse, y las tías accedieron, aunque no aclararon que el bigote no, porque usaba un bigote de los llamados de aguacero, que el peluquero no respetó, y lo enterraron en Autlán pa’ no gastar en el traslado, en un panteón de esos en que no se pone el nombre del fallecido.

Ese recuerdo me hizo considerar al pobre tío, que el día del juicio final se buscará entre los muertos del día 11 y va a estar entre los del 12; se va a buscar entre los muertos de La Resolana y estará entre los de Autlán; se buscará entre los bigotones y estará entre los lampiños y, por último, se buscará en una lápida con su nombre y se hallará en una sin nombre, va a andar realmente confundido.

Para que no me vaya a pasar algo parecido, he resuelto que en mi caso no hagan cremación, no por motivos religiosos sino porque hacerlo me parece un verdadero acto de egoísmo con los gusanos, que llevan tantos años esperando devorar esta carne inmunda y pecadora, tanto que hasta agruras han de tener.

Además, debo reconocer que a mí me gustan los panteones con ánimas, aparecidos y vampiros, eso sí, que tengan nombre y, si se puede y hay con queso, que se contrate a un grupo, aunque sea pequeño, de seis o siete plañideras que lloren en el velorio, en la misa y en el panteón. Yo quería que mi mujer y mis hijas se pusieran de luto, pero por unanimidad me mandaron a la tiznada.

También quiero que diga misa un cura que no me conozca, para que no me santifique ni condene, que la diga rápido y en incógnito, porque a nadie le gustan los curas largueros, pues una misa corta mueve el espíritu y una larga mueve el cu...

@enrigue_zuloaga

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