Es sorprendente cómo los conceptos cambian o, mejor dicho, se tuercen a placer en el discurso del Presidente de México. Todavía no se me despejaba el impacto de la mañanera del viernes pasado, donde el mandatario demostró cómo puede reescribirse el término “periodismo independiente”, cuando las afirmaciones durante el último informe de Gobierno de López Obrador ya le daban otra bofetada a los mexicanos -no sólo a los periodistas- comparando al país que deja con Dinamarca.Estas líneas y todas las que sobre él se han escrito y transmitido durante las últimas dos décadas vienen del periodismo -ni nuevo ni independiente; periodismo a secas- que él necesitó para llevar su mensaje, sus campañas, sus aciertos y sus errores, ese mismo al que él califica como “sometido”. ¿De dónde cree el Presidente que vienen los periodistas que con rigor cubren la nota política y le informan a los mexicanos lo que sucede luego de un ejercicio de reflexión? ¿Cuánto tiempo cree el Presidente que le lleva a un periodista ganar el prestigio que lo define?Estas líneas no son para mostrar la reluciente armadura que porta un periodista, porque si la tuviéramos, en este sexenio no hubieran perdido la vida casi 50 periodistas ni hubiéramos sido víctimas de la delincuencia otros tantos; sin embargo, es inconcebible que el dirigente de este país piense que un grupo de personas representen al “periodismo independiente” por el simple hecho de que en lugar de cuestionar la información lo reciban a él entre aplausos y gritos como: “¡Es un honor estar con Obrador!” y “¡Te amamos presidente!”.Como periodista, podría pensar que en la apertura de un Encuentro Continental de Comunicadores Independientes se plantearían problemáticas del periodismo pendientes de solución, pero no; tal vez estrategias para mejorar la comunicación en medio de las nuevas tecnologías, pero tampoco. La mañanera del pasado viernes fue el reflejo de un mitin, ni más ni menos, al estilo del sexto Informe de Gobierno en el escenario favorito de López Obrador: la Plaza de la Constitución.Lo relevante es que el Presidente que está a punto de terminar su mandato tuvo el atrevimiento de afirmar en aquella mañanera que: “No queremos un periodismo sometido, vendido; queremos un periodismo libre, independiente. No puede haber pensamiento único, se tiene que garantizar el derecho a disentir (...) Es por lo que nosotros hemos luchado y por lo que seguiremos luchando”. Sí, lo dijo el mismo mandatario que ha exhibido a periodistas como Carlos Loret de Mola o Natalie Kitroeff por investigaciones con las que no estuvo de acuerdo . ¿En qué quedamos con el derecho a disentir señor Presidente?Es así como López Obrador sigue atropellándose con sus propias palabras, la diferencia está en quién las recibe y cómo las procesa para comunicarlas: un periodista de carrera y con experiencia las investiga y las cuestiona; un “Youtuber” fan las aplaude, otros las replicarán sin criterio; ahí radica el compromiso social que tiene un periodista al que poco le importa agradar y que incluso arriesga su integridad defendiendo una opinión. Eso, en mi opinión, es ser independiente.Sin temor a equivocarme, hay quien inicia esta exhaustiva carrera con un compromiso genuino aunque no forme parte de un medio de comunicación reconocido y también quien lo hace por en el interés personal bajo el concepto de “creadores de contenido” para convertirse en “influencer” y ser algún día como esos profesionales a los que tanto critica el Presidente, esos que se han forjado donde surge la información para que otros la repliquen.Opiniones aparte, coincido con Carlos Marín al decir que: “Un periodista debe estar frente al poder y no ser uno de sus instrumentos de manipulación”, por eso estamos aquí, para informar la realidad que vivimos aunque no le guste al Presidente. Ojalá que Claudia Sheinbaum, la primera Presidenta de México, tenga la oportunidad de definir su propia estrategia de comunicación y hacer la diferencia durante su mandato. En un mes lo sabremos.