Lao Tse decía: “Deja que la realidad sea la realidad. Deja que las cosas fluyan naturalmente hacia adelante de la manera que quieran.” Para los mandatarios de las naciones que tratan de conducir algunos hechos, la frase puede sonarles como un respiro. En los últimos días seis de ellos no se pudieron resistir al flujo a veces natural y aveces no tanto: El ex primer ministro Abe Shinzō de Japón, quién fue cobardemente asesinado, Boris Johnson, quién ha renunciado a su cargo de Primer Ministro; Donald Trump a quién le amenazan procesos judiciales; tampoco pudo resistir a sus cien años Luis Echeverría, mientras una agitación política llama los reflectores. Con esos hechos de telón de fondo se encontraron brevemente Joe Biden y Andrés Manuel López Obrador y días después fue detenido Rafael Caro Quintero. De todos estos hombres es el ex primer ministro Abe Shinzō es quizá quién más profunda huella ha dejado en su país. Su muerte fue un shock, dado que Japón no ha experimentado violencia política desde hace más de cincuenta años, cuando su abuelo Nobosuke Kishi, quién en 1960 fue también Primer Ministro, fue apuñalado, presumiblemente por sostener una política para revisar del tratado de seguridad del país con Estados Unidos, con el fin de reforzar la defensa japonesa. Abe, fue miembro de una familia de políticos nacionalistas, y a él le correspondió gobernar Japón por casi ocho años con una política de reforzamiento militar y de seguridad nacional construida sobre la base de concebir a la región Asia Pacífico como un equivalente al desarrollo y el futuro. Fue un nacionalista transformador que supo leer las amenazas que representaba China y construyó nuevos puentes con Occidente. Boris Johnson quién también sostuvo una posición nacionalista, sacó al Reino Unido de la Comunidad Europea e impulsó una política militar expansiva, también ha dejado una huella, distinta ciertamente a la de Abe, pero trascendente sin duda. Los escándalos que le persiguieron durante todo su mandato le alcanzaron luego de la última crisis que le obligó a renunciar, dejando un legado populista singular que transformó la política exterior del Reino y cambió la economía con una golpe que aun no termina de digerirse. Al fin dejó que las cosas fluyeran en un torbellino aún en marcha.Por otra parte, el nacionalismo singular de Trump también estuvo salpicado por la voluntad de fortalecer una visión proto-imperial apalancada en las armas hacia fuera y una política ultraconservadora en el interior. El populista que está en el umbral de una puerta que le puede llevar a ser candidato a Presidente o a enfrentar un juicio por su responsabilidad en los disturbios del 6 de enero.Luis Echeverría fue también un nacionalista que encabezó un movimiento que con su lema “Arriba y Adelante” sacudió la política de México, consolidó el régimen autoritario del partido único respaldado en la fuerza militar para sus fines políticos, dejando una estela de crisis económicas, que luego se volvieron recurrentes. Joe Biden es de todos estos hombres el único que se ubica fuera del ámbito del nacionalismo tradicional, y que sustenta una posición moderada, que sin embargo la realidad le ha obligado a tomar medidas de política exterior enfocadas a fortalecer la presencia militar de su país en el mundo, a sostener indirectamente una guerra y a enfrentar de forma más directa las amenazas que representan la expansión de la influencia China y las ambiciones militares de Rusia. Un moderado de gran experiencia al que la realidad ha llevado a reconfigurar el orden geopolítico militar del mundo.El Presidente Andrés Manuel López Obrador es también, sin duda nacionalista, que ha emprendido una transformación política profunda construida desde la agitación popular y que ha terminado por fortalecer a las fuerzas armadas involucrándolas en sus proyectos ejecutivos. Luego de su reunión Joe Biden, apoyado en la fuerza militar consigue capturar a uno de los objetivos más preciados de los Estados Unidos. Y en esa perspectiva, al igual que le pasó a Abe, a Johnson, a Trump, a Echeverría y a Biden, en ese flujo inexorable, pareciera que la expansión de la fuerza militar es un tema que nos guste o no está sobre la mesa, un asunto que recorre el mundo que, por cierto está envuelto nuevamente en el torbellino impredecible de la guerra. Una ola creciente de militarización se expande en el mundo y no podemos dejar de ponerle atención por lo que significa. luisernestosalomon@gmail.com