En los tres últimos años el sistema migratorio estadounidense ha sido puesto a prueba por la llegada de inmigrantes centroamericanos solicitando asilo. En la actualidad se estima que son más de cinco millones de personas procedentes del Triángulo del Norte -Guatemala, El Salvador y Honduras- las que residen en el país vecino. A este número debemos agregar los miles -que aún no están contabilizados- que se desplazan todos los días, desde hace algunos meses, en busca de una mejor oportunidad de vida.Desde la época de los 80's las guerras civiles, que provocaron inestabilidad e inseguridad, los países centroamericanos impulsaron el desplazamiento a los Estados Unidos y casi triplicaron su población.El fenómeno tiene en vilo al nuevo gobierno de Joe Biden y amenaza con frenar la dinámica, no solo de su plan migratorio, sino de su proyecto que lleva en sus primeros meses en la administración.Para decirlo pronto, el problema migratorio no tiene solución a la vista. En la medida que se abran los procesos al asilo, más gente estará buscando arroparse al procedimiento para buscar un nuevo futuro. Es por ello que Biden, en un intento por poner un alto a la migración, ha establecido que quienes lleguen y pidan asilo, no les garantiza el ingreso a los Estados Unidos y muchos tendrán que ser regresados a sus países de origen.La solución -a muy largo plazo- es la inversión en los países expulsores de migrantes para crear primero condiciones de trabajo aceptables y después implementar medidas a fondo para establecer seguridad social. Y el panorama no es nada halagador por lo que el camino será seguramente demasiado largo.La visita que la vicepresidenta Kamala Harris planea el 7 y 8 de Junio a México y Guatemala, se ha vendido en los círculos oficiales como el principio de un proceso que pretende poner fin a la crisis centroamericana. Sin embargo, con las manos vacías, sin un presupuesto aprobado por el Congreso y sin un proyecto concreto, el viaje no puede tener más que un solo objetivo, el incrementar los filtros que nuestro país y el vecino del sur podamos implementar y que continuemos siendo la barrera o ‘policías fronterizos’ de nuestro vecino del norte.Además, El Salvador -uno de los principales generadores de migrantes- está muy lejos de ser ‘socio’ para tratar de arreglar el problema migratorio.El presidente salvadoreño Nayib Bukele, quien a pesar de las promesas de democráticas en su joven administración, ha tomado control del Congreso, de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia y la Fiscalía General de la República, ha prendido las alarmas por las medidas autoritarias y que hacen pensar que este golpe de estado es la antesala de una dictadura. Y la situación se complica aún más y confirma el ‘divorcio’ entre Bukele y Biden, ya que en la visita -no programada- que hace algunas semanas el presidente salvadoreño hizo a Washington, no fue recibido por el mandatario estadounidenses.Así que la solución a las caravanas a la frontera con México -que crean un problema de hacinamiento irregular en nuestro territorio- está muy lejos de lograrse y la visita de Kamala a Lopez Obrador será solamente para ‘dejar instrucciones personales’ de cómo actuar ante los migrantes que provienen de Centroamérica. ¿Usted, qué opina?.daniel.rodriguez@dbhub.net