Hablar con la verdad no es fácil. La tendencia a ocultar lo feo, lo incómodo, a aparentar que no pasa nada, a simular que todo está bien y es casi perfecto, es un vicio de conducta que no es exclusivo de México, es cierto, pero se usa mucho aquí, porque la realidad es tan difícil y compleja que mejor hay que cubrirla con velos, betunes y afeites, coserla y cocinarla un poquito o un mucho para que no nos golpee tan duro y tan de frente, tan cruda.Los periodistas hacemos eso, no todos, también es cierto, pero es nuestro trabajo: ir tras la verdad y no dejar de perseguirla, la búsqueda es constante. Nos toca, porque nos gusta, investigar a fondo esos asuntos que para los involucrados es mejor que se barran y se oculten debajo de la alfombra. Pero insistimos, ponemos el dedo en la llaga y con frecuencia exprimimos jugo de limón donde duele; somos molestos, hacemos preguntas impertinentes, o tontas según sus juicios; y no nos callamos, menos ahora con las benditas redes sociales; nos aparecemos siempre, donde menos nos esperan y somos persistentes, tercos, porfiados.Son los gajes del oficio, no importa cuánto nos desvelemos en espera de que algo suceda; no importa si nos malpasamos, ya habrá tiempo para preocuparse por eso; ni cuenta si había fiesta en casa de la abuelita o si es día festivo y todo mundo descansa menos nosotros: sacrificios, malos tratos, malos ratos, desprecio, discriminación... pasamos por todo eso y más. Y aquí seguimos. Importa, pero hay que aguantar vara, nos quedamos con el coraje y la indignación, pero igual nos quedamos a cubrir, porque nos toca y hay que cumplir y hay que rendirle cuentas al jefe.Son gajes del oficio. Lo que no son gajes del oficio es que nos maten. A todos nos matan un poco con cada periodista asesinado. Y seguimos de luto. Y seguimos contando una cuenta que debe parar, porque somos mensajeros, porque tratamos de hacer nuestro trabajo de la mejor manera y aportar lo mejor de nuestro oficio a la sociedad que todavía nos lee, nos cree y nos aprecia.Es tan grave la situación en México para ejercer el periodismo, que estuvo en nuestro país una delegación de 17 organizaciones internacionales que se dedican a la defensa y la promoción de la libertad de expresión. El 2 de noviembre es el Día Internacional para poner fin a la impunidad de los crímenes contra los periodistas, el Día de Muertos, extraña paradoja. Del 2 al 8 de noviembre estos activistas realizaron varias actividades que tenían un solo objetivo: situar como prioritaria en la agenda del gobierno en México (federal, estatales y municipales), la crisis de libertad de expresión y, precisamente, el combate a la impunidad en los crímenes contra periodistas. Y hacemos de nueva cuenta un repaso de cifras, para que no se olvide, para tenerlo claro, para que no dejemos de llorar y de indignarnos y de clamar por justicia y por mejores condiciones de seguridad para el ejercicio de nuestro oficio: del año 2000 al mes de agosto de 2019, han sido asesinados 115 periodistas por hacer su trabajo, incluso algunos beneficiarios del Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas. A esta fecha, ya son más de 130.Seguimos de luto y México sigue siendo uno de los países que encabeza la lista de los más peligrosos en el mundo para ejercer el oficio. Nada hasta ahora ha sido suficiente para detener las agresiones. Cuarenta y siete colegas asesinados en la administración de Peña Nieto. En esta administración la cuenta llega a diez... uno es mucho.Bienvenidos los integrantes de las organizaciones internacionales, bienvenidas todas las expresiones de apoyo y solidaridad, todas las muestras de preocupación y de indignación, los corajes e improperios compartidos, nos sentimos menos solos, aunque sigamos de luto.Los invito a guardar un minuto de silencio por Rafael Murúa Manríquez, Samir Flores Soberanes, Santiago Barroso, Telésforo Santiago Enríquez, Francisco Romero, Norma Sarabia, Rogelio Barragán, Edgar Alberto Nava López, Jorge Celestino Ruiz Vázquez y por Nevith Condés Jaramillo. Presentes ellos y los colegas asesinados en años anteriores, sus ausencias no se olvidan, ni cómo ni por qué fue; ni la urgencia de justicia. Seguimos de luto.