En los corrillos políticos locales no se habla de otra cosa, en las últimas horas, que del divorcio de Alberto Uribe Camacho, presidente municipal todavía de Tlajomulco de Zúñiga, y el presidente municipal con licencia de Guadalajara, Enrique Alfaro Ramírez. Se había proclamado con estruendo que Uribe sería el jefe de campaña de Alfaro en su aspiración a ser gobernador de Jalisco, asimismo sabemos que Uribe hizo un trabajo muy bueno en Tlajomulco, a pesar de los desfiguros urbanísticos que legó a esa comunidad el propio Alfaro, cuando lo antecedió en el cargo.Durante su gestión, además, Uribe luchó heroicamente a brazo partido contra un poderoso consorcio inmobiliario que, coludido con reconocido pillastre del TAE, ha realizado una salvaje destrucción de un importante ramal del Bosque de la Primavera…Forjado en lo mejor de las aulas públicas tapatías y con una sólida formación, Uribe es un hombre cabalmente responsable comprometido con Jalisco. Su separación deja en entredicho la integridad de la parte contraria…Se va con AMLO, con quien había estado muy bien relacionado anteriormente, antes de que Alfaro diera el gran chaquetazo y se abrazara con grupos muy conservadores de la Entidad —y tal vez del extranjero—, después de que el desastre gubernamental de Emilio González había dejado a estos chiflando en la loma.Cabe señalar además que entra a MORENA por la puerta grande acompañado por Marcelo Ebrard, uno de los mejores sombreros de saludar de dicha organización. La importancia de la separación de Alberto Uribe no es menor, pero será más grave si, como se dice, es la punta de un iceberg de un grupo de gente decepcionada de Alfaro que pertenecen todavía a la misma formación y será atraída por el gran prestigio político y social de Uribe.Lo cierto es que, en el partido político que se llama Movimiento Ciudadano hay muchos personajes coherentes y reacios a la actitud con reminiscencias mussolinescas que ha asumido Alfaro en los últimos meses.No sabemos si personajes de una trayectoria y una ideología tan apreciable como las de Esteban Garaiz, Clemente Castañeda e Ismael del Toro, entre muchos otros, continúen adheridos a un movimiento que se ha estado volviendo tan sospechoso y ha establecido alianzas con personajes tan deleznables como Ricardo Anaya y la señorita Barrales, portadores de una enorme cola que ya les están pisando.También es posible que se trate de un hecho aislado ante la posibilidad que ofrece Enrique de obtener una chamba con pingüe estipendio. “Haiga sido como haiga sido”, se confirma la hipótesis de que el proceso electoral de 2018 nos depara experiencias de gran interés que dejarán desconcertados a los más perspicaces analistas políticos. Cierto es que la política mexicana actual tendrá muchos defectos, pero no el de ser aburrida.
