Antecedentes. El municipio de Sayula, y algunos otros, recibieron dinero estatal y federal con el fin explícito de construir algo en conmemoración del centenario del nacimiento de Juan Rulfo, el insuperable. En el caso de Sayula, el cabildo decidió intervenir la vieja escuela de párvulos, frontera a la parroquia y a la plaza, con algún elemento apropiado para la celebración. Al efecto, se eligió a un joven y esforzado arquitecto, Francisco Orozco, para hacer el proyecto y cumplir con la comisión.El arquitecto Orozco presentó ante el cabildo su trabajo, una vez terminado. El proyecto fue aprobado, y las obras comenzaron. La propuesta consistía en respetar integralmente el viejo parvulario -obra de Rafael Urzúa de aproximadamente 1942- y hacer una respetuosa intervención contemporánea para lograr dos túneles que desembocaban en un espacio oscuro, corazón del proyecto. Arriba, la escuela se respetaba en su totalidad y los salones eran usados como área de exposición, un pequeño auditorio, biblioteca rulfiana, talleres, etcétera. Para dialogar con el contexto, Orozco dispuso frente a la plaza una pérgola-portal, atrás de la composición se planteó un jardín de sofisticada y a la vez ranchera expresión.El proyecto, se insiste, estaba planteado con todo respeto y consideración con el contexto histórico en que se enclava. Frente principal a la plaza, pérgola-portal que hacía un guiño a los afamados portales sayulenses, muros laterales que confinaban el jardín. Materiales sencillos y regionales. Por falta de fondos la construcción se tuvo que detener. Y luego vino el cambio de gobierno municipal. Fue entonces cuando el nuevo alcalde, junto con algunos de sus regidores, tomó una de las decisiones más ominosas respecto al patrimonio, que autoridad alguna en Jalisco haya adoptado.De un día para otro, parvulario, pérgola y nuevas construcciones, en un increíble despliegue de barbarie, fueron totalmente demolidos. Existen las fotografías de un espectáculo difícil de creer. La pérgola de acero yace retorcida en el suelo, y de la escuela no quedó ladrillo sobre ladrillo.Ingenuamente, se pidió auxilio a cierta “Academia de Arquitectura”, la que respondió con evasivas y conveniencias. Luego, en alguna sesión de uno de los varios “Colegios de Arquitectos” éste hizo algunos espectaculares pronunciamientos. Que no tenían noticia de que el Parvulario fuera hechura de Rafael Urzúa, ni que estuviera en el “inventario de la obra de tal arquitecto”, y que además, a ojo de buen cubero la hechura no valía mayor cosa, y que ni parecía de Urzúa.Algunos datos: que se conozca, no existe ningún catálogo e inventario de mediana valía sobre la obra del arquitecto. Luego, que no se parece a otra cosa en su obra: basta ver los dibujos del balcón esquinero (esquina surponiente del Hospital de Belén o Civil) para darse cuenta de la afinidad de la Escuela de Sayula con ese balcón. Sin contar otros ejemplos. Pero parece ser que el discernimiento arquitectónico ni el rigor histórico son el fuerte de “Academias” y “Colegios” de arquitectura.Queda pedir una vez más, un mínimo de justicia. Que la autoridad indicada (Secretaría de Cultura de Jalisco) tome con mayor firmeza y sentido de su responsabilidad el asunto. Que se llegue hasta las últimas consecuencias. Castigo a los demoledores, requisición de sus fondos para reconstruir el descalabro. Dos cosas se ocupan: arrestos y convicción en que las leyes deben ser cumplidas. Nada más, nada menos. Muchos jaliscienses están al pendiente del transcurso de este caso que, sin dudarlo, hará época.