Analícenlo con calma. ¿Qué rasgos comparten el ultraderechista Javier Milei y Samuel García, gobernador de Nuevo León? El neoleonés es la antesala o versión previa del argentino. Tienen características que los acercan: altamente mediáticos, “antipolíticos”, autoritarios, normalizan la mentira y desprecian la ley. Todos atributos del modelo trumpiano. Enumero algunos aspectos que lo prueban. 1. Samuel García se perfilaba como el primer candidato presidencial 3.0 en la historia del país. Su campaña iba a ser fundamentalmente digital. Las ultraderechas y radicalismos recientes han emergido desde las redes. 2. El discurso del neoleonés contra “la vieja política” tiene un sedimento de “la casta” que Milei desprecia a pesar de que ambos forman parte de esa misma clase política que critican. 3. Samuel García tejió una maraña jurídica en torno a un mandato muy claro: “Si la licencia (del gobernador) fuere por más de treinta días naturales (...), el Congreso del Estado o la Diputación Permanente, en su caso, nombrará al ciudadano que se encargue interinamente del Poder Ejecutivo” (Artículo 122, Constitución Política de Nuevo León). Eso hizo el Congreso al concederle la licencia y luego nombrar a Luis Enrique Orozco como interino. La Corte tuvo que explicarle a Samuel un sencillo enunciado. El mismo Congreso que le otorgó la licencia debió revocarla, pero Samuel la revirtió a través de un acuerdo consigo mismo y un tuitazo. Evidencia su desprecio por la ley. 4. Samuel alega que ganó la gubernatura con 786 mil votos de los leoneses (36.7%), pero olvida que para conformar el Congreso de Nuevo León el PAN y el PRI obtuvieron juntos un millón 196 mil votos (55.8%) y MC sólo 419 mil (19.6%). Los ciudadanos dieron la mayoría legislativa al “Prian”. Sólo en la fantasía dictatorial y mediática de Samuel los leoneses le entregaron el mando absoluto para gobernar. Samuel confunde Carta Magna con “Manga Ancha”, pues el Poder Legislativo, según el artículo 96 de la Constitución de Nuevo León que juró respetar, se configura como contrapeso del Poder Ejecutivo y vigilante del cumplimiento de las leyes. Esa función cumplen los parlamentos. Si lo duda que consulte a sus seis autores favoritos: Alexander, Hamilton, James, Madison, John y Jay (sic). 5. Samuel cometió un error que resume su esencia: manejó una crisis política como una crisis de comunicación. Y lo hizo a base de mentiras y sesgos discursivos. Por eso Samuel García es una peligrosa versión previa de lo que podría venir. Ante la crisis de los sistemas democráticos y el hartazgo que la clase política despierta en la población, su novelón sólo abre un poco más la puerta a un verdadero “Milei” el día de mañana. jonathan.lomeli@informador.com.mx
