No tengan duda. La licencia de Samuel García para contender por la Presidencia es parte de una maquinación dantesca (en alusión a Dante Delgado) en donde el gobernador neoleonés sirve como un alfil sacrificable para “ganar perdiendo”. Dante busca un candidato que pierda, pero le reditúe los votos suficientes para que se traduzcan en curules en el Congreso de la Unión. Su apuesta es convertirse en el fiel de la balanza legislativa en el próximo sexenio: eso le daría más presupuesto para su partido y capital político para negociar con el régimen que apuntale un camino más propicio hacia 2030. Sin embargo, ese objetivo lleva implícita una consecuencia que el dirigente naranja ha negado pero es inevitable: dividirá el voto de la oposición en una alianza fáctica con el Presidente Andrés Manuel López Obrador. Dante y López Obrador son viejos aliados. Ambos desertaron del PRI y fueron militantes del PRD. Estuvieron juntos en el 2000, y en 2006 y 2012 Dante respaldó las candidaturas presidenciales de AMLO. El líder emecista es de los pocos políticos con la experiencia y la sangre reptiliana necesarias para negociar con el Presidente mientras lanza discursos furibundos contra la “vieja política”. Una señal del acuerdo tabernario entre ambos personajes es el súbito afecto y sintonía del Presidente con Samuel García. En el último par de meses lo mencionó como presidenciable naranja y lo defendió de las críticas: “Se ha portado muy bien el gobernador Samuel García, aunque lo están maltratando (...) No se puede ser monedita de oro. Cuando se está trabajando para servir al pueblo, siempre va a haber inconformidades”. Esas palabras denotan el colmillo de un hábil ictiosaurio que navega en el océano de la política electoral siempre con la corriente. Tras el anuncio del neoleonés, Dante aclaró que Samuel García es un candidato interno y remarcó que Marcelo Ebrard aún es opción como aspirante externo. Parece que el líder naranja apuesta por generar tensión y expectativa que jale atención mediática para impulsar a la figura más rentable en una contienda interna exprés. Eso en el plano político-electoral. En cuanto a la figura de Samuel García, sólo dejo asentado lo que declaró en octubre de 2021 cuando iniciaba su sexenio: “A Nuevo León le voy a cumplir, no me voy a distraer como El Bronco, voy a estar seis años completos y a mis 39 años de vida que termine, Dios quiera con un gran gobierno”. Sin haber demostrado nada como gobernante, salvo su utilidad al “burócrata de partido” en turno -como llamó Alfaro a Dante-, Samuel alza la mano por la Presidencia de la República.