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Salvar las reliquias de El Batán. Carta abierta al INAH

Por: Juan Palomar

Salvar las reliquias de El Batán. Carta abierta al INAH

Salvar las reliquias de El Batán. Carta abierta al INAH

Apreciables autoridades del INAH, Jalisco: 

Como es de su conocimiento, el Arroyo de Atemajac es una de las líneas vitales de esta ciudad. Este cuerpo de agua fue el origen de la primera industrialización de Jalisco, y del Occidente del país. En 1840 fue constituida, junto a su cauce, la Fábrica de Hilados y Tejidos de Atemajac, una institución altamente significativa para toda la región. En 1844, aguas abajo, fue fundada la fábrica de papel de El Batán ubicada en el actual barrio del mismo nombre. Aproximadamente en 1850 se erigió, en la desembocadura del Arroyo de Atemajac en la Barranca de Oblatos, la fábrica de hilados y tejidos de La Experiencia.

Estas tres factorías –junto con algunas otras fundadas en diversos puntos de Jalisco en la primera parte del siglo XIX– tuvieron una repercusión definitoria en la vida social, económica e industrial del siglo antepasado y constituyeron una parte muy significativa de la historia del occidente mexicano. Diversas circunstancias las hicieron desaparecer, dejando, sin embargo preciosos vestigios, por sí mismos monumentales y determinados como patrimonio histórico, que ayudan a entender el pasado de nuestra sociedad y a encarar con mayor lucidez el presente.

De la fábrica de papel de El Batán quedan apenas algunos vestigios, así como de la fábrica de La Experiencia

La fábrica de Atemajac (La Prosperidad Jalisciense), completa con (casi) todas sus instalaciones, viviendas y anexas, fue inexplicable e imperdonablemente demolida en el decenio de los ochenta del pasado siglo para ser sustituida por un centro comercial. Hasta donde se sabe, no hubo el menor esfuerzo institucional para evitar esta gravísima pérdida. De la fábrica de papel de El Batán quedan apenas algunos vestigios, así como de la fábrica de La Experiencia. El conjunto de estos testimonios forma la parte medular de la herencia protoindustrial de Jalisco, y es un inapreciable material para la comprensión de la evolución del Estado. Es por ello que resulta urgente establecer un plan de rescate y puesta en valor de este conjunto histórico y fluvial, aprovechando además las actuales obras de saneamiento del Arroyo de Atemajac que lo articula. 

Los restos de El Batán, en particular, son muy poco conocidos. Sin embargo una parte significativa de ellos subsiste, a la espera de su rescate (ver ilustración). Se transcriben unos cuantos renglones explicativos del libro Tradición y Modernidad: La industrialización en Jalisco, de la autoría de Carlos Alba Vega (Consejo de Cámaras Industriales de Jalisco, 2003): 

“El batán era un artefacto mediante el cual machacaban, es decir golpeaban, con pesado mazo las telas o sayales de lana que tejían en los obrajes, a fin de compactarlos y darles el cuerpo correspondiente. Esa operación la efectuaban dentro de un recipiente o mortero con agua, a la que agregaban arcilla arenosa, llamada greda, para desengrasar el material…El batán de paños y el papelero se parecían tanto, que cuando era oportuno, mediante un simple cambio de los mazos y de las pilas podían servir para las dos cosas”. (Lenz, 1990).

De lo anterior se desprende que los vestigios de la fábrica de El Batán, aparentemente ignorados hasta la fecha, sean un monumento histórico por determinación de ley, y de los que el Instituto Nacional de Antropología e Historia es responsable, y del que caben esperar las acciones correspondientes.

Para dar viabilidad a estos esfuerzos, se arriesga la siguiente hipótesis. Dado que los terrenos que ocupa El Batán a la orilla del Arroyo de Atemajac –en proceso de saneamiento, como se ha mencionado– son relativamente extensos, y dado que existen en el lugar nacimientos de agua, es factible impulsar, en acuerdo con el Ayuntamiento de Zapopan y el Gobierno del Estado de Jalisco, un rescate de los vestigios y la puesta en operación de un centro social y recreativo que tendrá una muy positiva repercusión en una extensa área, particularmente carente de estos equipamientos. Como siempre, es un asunto de voluntad política, administrativa y de visión histórica. Lo que queda de El Batán debe ser rescatado y preservado, y se debe aprovechar esa obligación del INAH para mejorar sensiblemente la memoria histórica y las condiciones sociales y urbanas de un corredor histórico altamente significativo para la comunidad.

Atentamente, en espera de sus amables comentarios. 

jpalomar@informador.com.mx

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