Tienen más éxito los que se saben adaptar a los cambios, que los más fuertes e inteligentes. Al menos parece una sentencia lo suficientemente sensata, como para hacerle caso.Por lo contrario, hay quien amanece quejándose y de mal humor, porque las cosas no regresan a ser como antes. El reclamo es un claro signo de que no te adaptas y aceptas las cosas como son. De aquí que es muy fácil generar frustración y entonces arrancarse las vestiduras y tirarse al suelo, para lamentarse de las tragedias que nos acontecen.Los que se adaptan pronto, se suben al vagón de las buenas actitudes, en cambio los que no; se quedan anclados en el drama negativo de su malestar existencial.Así suelen ser las alternativas, o te levantas con el pie derecho o lo haces con el izquierdo, o ves una hermosa mañana, o te sientes con fatiga para comenzar. Las cosas como son y como vienen, no como tú quieres que sean. Se trata de saltar el obstáculo, no de quedarte llorando frente a él, y además estar pensando lo alto y difícil que está.Los que se adaptan, pronto intentan nuevas formas de ganarse la vida o de mirar las opciones que tienen a su alcance con mayor facilidad. En cambio los pesimistas e inadaptados, se la van a pasar molestos y tirados en el suelo, lamiéndose las llagas de la mediocridad y rascándose las ronchas del fracaso.Las irrupciones que nos llegan sin avisar, nos invitan a que seamos capaces de confirmar de qué clase de personas somos y cuáles son las decisiones que decidimos tomar. Así que, decide tu camino ¿O te adaptas y progresas con las nuevas tendencias? ¿O te vas a quedar esperando a que el mundo sea como antes y las cosas sigan igual?