Lunes, 25 de Noviembre 2024

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Romper una regla

Por: Antonio Ortuño

Romper una regla

Romper una regla

He escrito en este diario, al que considero mi casa en Guadalajara, algo así como setecientas cincuenta columnas. La inmensa mayoría de ellas han estado dedicadas a la literatura, aunque otro buen puño han tenido que ver con asuntos relacionados con la vida cotidiana de nuestra ciudad. Nunca, estoy seguro, he dedicado una sola de esas columnas a promover mi propio trabajo como escritor. Hoy, me temo, haré una excepción a esa norma autoimpuesta (la verdad es que el periódico ha sido generoso en el espacio que le da a mis libros y actividades como para andar quejándose). Infrinjo, pues, esa norma por un buen motivo: hoy presento mi nuevo libro en la FIL y quiero invitarlos. He tenido la buena fortuna de que todos los libros que he firmado (ya son doce) hayan sido presentados acá. De eso tampoco me quejo. Pero lo de hoy es particular.

Hoy presentamos “El ojo de vidrio”, una novela para jóvenes que publica el Fondo de Cultura Económica. Y será la primera vez, en mis presentaciones de la FIL, en que mi familia no esté. Mi madre murió hace unos años, mi esposa e hijas andan en el extranjero, mi padre ya no está en condiciones de salud de salir de su residencia. No lloriqueo: así son las cosas. Pero será algo extraño, lo acepto, no ver a ninguno de ellos allí, en la primera fila. Tengo más familia, claro, pero entre que andan en sus propias tareas y ocupaciones, no sé, les soy sincero, si asomarán por allí. No los culparía. Irán mis amigos, eso lo sé, porque son admirables y me han acompañado en cada episodio posible, incluso en los desastrosos. Con todo, no hay escritor al que no le tiemblen un poco las piernas cuando tiene que subir a su mesa y hablar de lo que escribió. Y más si, aunque sea en su casa, está más solo que otras veces.

“El ojo de vidrio” es una novela, pues, para jóvenes, y su historia, que continúa y concluye la que comencé con “El rastro”, tiene mucho que ver con esto: con estar solo, porque crecer (y a la larga, envejecer) es, de algún modo, entenderse con la decisión de quedarse solo o no. Me acompañarán en la mesa tres autores estupendos: Socorro Venegas (editora, además, del libro), Juan Pablo Villalobos y Francisco Payó González. Y, espero, algunos de los que esto lean. Nos vemos allá. 

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