Desde pequeños nos enseñan a cuidarnos del “robachicos” o del “viejo del costal”, y nos dicen que no debemos acercarnos a desconocidos… cuando en realidad más del 80% de los casos de violencia y abuso sexual infantil ocurren justo dentro del hogar o en entornos que deberían ser seguros, donde el agresor es un familiar o conocido, gente cercana y que tiene acceso libremente a las y los menores. Y esta situación se agravó terriblemente con la pandemia. Hoy les escribo sobre este tema porque necesitamos saber qué hacer cuando una niña o niño rompen el silencio y revelan el “secreto” de un posible abuso sexual, porque no podemos ni debemos voltear la cara pensando que esto no le pasará o le ha pasado a alguien cercano o a quien amamos. En este contexto, el confinamiento en los hogares incrementó la violencia contra la niñez y, al haber más adultos aislados en casa, también creció la demanda de material y transmisión en vivo del abuso sexual infantil. Desde 2020, la Unicef y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), advirtieron esta situación y el que la contingencia disminuyó las posibilidades de las niñas y niños de acceder a algún tipo de ayuda en sus escuelas, con amigos u otros familiares.Además, la incidencia en las denuncias es escasa porque los infantes que lo han vivido no lo hablan por miedo, por pena, porque piensan que no les van a creer, porque ya pasó tiempo o porque los van a regañar. Incluso porque fueron sus propios padres quienes los callaron, pues el suceso involucró a algún familiar. Y así pueden pasar años y años hasta que ese “secreto” se vuelve pesado, y quizás lo hablen ya siendo adultos.De acuerdo con especialistas, además de buscar ayuda profesional, hay tres frases que debemos tener presentes cuando un menor se atreve a hablar de lo que ha sucedido:1. Primero, decirle: “Te creo. Creo lo que me estás diciendo”, y evitar expresiones como: “No es cierto. ¡¿Cómo te haría tu papá/hermano/tío/padrino/ eso?!”… Es importante que el infante sepa que le están creyendo.2. Y aclararle: “Tú no tuviste la culpa”. Que sepa que lo que sucedió no fue su culpa, sin regaños del tipo: “¡Ah, pero si te dije que no fueras!” o cosas como: “¡Pero ahí andabas!”. La niña o niño no tienen la culpa de lo sucedido.3. Afirmarle que está cuidado, seguro, y eso que vivió no volverá a pasar. Y denunciar.Sé que hablar de lo que duele no es fácil, pero es un asunto más común de lo que cualquiera pueda imaginar y que se da en cualquier estrato socioeconómico. Es un tema que requiere especial atención y ser parte de la agenda pública, dándoles herramientas a los menores para identificar situaciones de riesgo y todos estar atentos para evitarlas, pero también para que cuando ya lo vivieron “rompan” el silencio.