La contaminación del Río Santiago, producida especialmente por las actividades industriales y agrarias, ha provocado miles de muertes en las pasadas décadas, pero lamentablemente los nombres de las víctimas no son recordados ni reconocidos públicamente, excepto el del niño Miguel Ángel López Rocha.Este menor de apenas ocho años falleció el 13 de febrero de 2008 debido a que bebió agua contaminada 19 días antes al caer en el canal El Ahogado. Tras su fallecimiento, miserablemente el Gobierno de Jalisco, encabezado por el panista Emilio González Márquez, intentó culpar a la pobre familia del deceso de su hijo, todo para evadir su responsabilidad por la contaminación de esta cuenca.A lo largo de días se sembraron dudas sobre la verdadera muerte de Miguel Ángel López Rocha. Por si quedaba alguna duda, en su recomendación emitida en 2010, la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) aseguró que el menor “presentó una intoxicación aguda por arsénico derivada del grave estado de contaminación del Río Santiago”. Quince años después no hay ninguna duda: el pequeño Miguel Ángel perdió la vida por beber agua contaminada del río.Aunque varias organizaciones, colectivos y pobladores de El Salto, Juanacatlán y otras localidades asentadas a lo largo del Santiago habían denunciado la grave situación de contaminación, sus voces poco eran escuchadas en la Zona Metropolitana de Guadalajara y poco se sabía en el resto de México de este infierno ambiental que creció de la mano del desarrollismo industrialista. La muerte de Miguel Ángel al menos impactó la conciencia de los tapatíos y a partir de esa fecha muchos más voltearon la mirada hacia esa zona del Estado con este grave problema de impacto ambiental.Lamentablemente, quince años después de su muerte las cosas no son mejor en esas localidades. Pregunté a Alan Carmona, de la agrupación Un Salto de Vida, de las más añejas en la militancia contra la contaminación, qué tanto ha cambiado la situación en Río Santiago. Me respondió sin titubear que ha habido mucho cambio, pero para mal. La situación de impacto ambiental no sólo no ha mejorado, sino que ha empeorado, pese a las intervenciones estatales.De hecho, las muertes han incrementado, según evidencia mostrada por el Comité Ciudadano de Defensa Ambiental del Salto, que ha llevado un registro puntual de los fallecimientos asociados a la contaminación. Desde la muerte de Miguel Ángel otras dos mil 347 personas han fallecido en las poblaciones cercanas al río, por enfermedades renales, pulmonares y cáncer.Desde el fallecimiento de Miguel Ángel López Rocha los sucesivos gobiernos, presionados por las movilizaciones sociales de las poblaciones afectadas, supuestamente ha invertido recursos y estrategias para remediar la situación.Pero como han denunciado colectivos como Un Salto de Vida, Grupo Ecologista El Roble de Juanacatlán y el Instituto Mexicano para el Desarrollo Comunitario (Imdec), la estrategia central de los sucesivos gobiernos ha sido construir plantas de tratamiento de aguas, que sirven para tratar aguas residuales, pero no las aguas que contienen desechos industriales. Estudios oficiales de la Conagua han encontrado hasta más de mil metales pesados vertidos a las cuenta de el Santiago. De acuerdo a una investigación de Imdec, los responsables de esta contaminación tienen nombre y apellido. Por ejemplo, la empresas Nestlé (suiza), Virbac (francesa), Sachs (alemana), Quimikao (japonesa), Grivatec de Grupo Urrea (mexicana) descargan metales como arsénico, níquel, cianuro, cromo y plomo, envenenando las aguas del Santiago, lo que enferma y mata a los pobladores de sus riberas. Mientras no se obligue a las empresas a no tirar sus desechos al río y se les obligue a tratar sus aguas, más niños como Miguel Ángel y más adultos seguirán muriendo debido a la contaminación de este río. Pero hasta ahora a la clase política y gobernante les importa más proteger el capital de los inversionistas privados que cuidar y proteger la vida de la población.