Martes, 22 de Octubre 2024

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Riesgosa y retadora visita

Por: Daniel Rodríguez

Riesgosa y retadora visita

Riesgosa y retadora visita

El pasado 19 de enero Antony Blinken, secretario de Estado norteamericano -el segundo miembro de mayor rango del gabinete de Joe Biden- arribó al aeropuerto Boryspil, localizado a 29 kilómetros al este de Kiev, capital de Ucrania. El motivo de la visita del jefe de la diplomacia de Estados Unidos fue mostrar el apoyo ante los temores de una invasión rusa. Poco más de un mes después -24 de febrero- el ejército ruso inició la operación militar por tierra, aire y mar, minutos después de que el presidente Vladimir Putin en un mensaje televisivo antes del amanecer exigiera que el ejército ucraniano depusiera las armas.

La llegada de Blinken -de hace poco más de tres meses atrás- que también fue por la madrugada, con un asfalto helado en el aeropuerto y con la luz de la luna, se vio como un rayo de esperanza de que el mensaje subliminal que se enviaba a Moscú era de que detrás del pueblo ucraniano estaba el poder estadounidense y por ende el respaldo de todos los países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Sin embargo, la ‘insinuación’ aparentemente no se recibió en el Gran Palacio del Kremlin -residencia oficial del presidente de Rusia-, la visita de Blinken a Kiev se ignoró y a pesar de los riesgos que implicaba iniciar la invasión, esta se llevó a cabo y hasta la fecha las escenas de destrucción y tragedia todos los días nos las desayunamos.

El domingo pasado el secretario de Estado Blinken regresó a Ucrania, pero no directamente a Kiev desde Washington. Tuvo que hacer una escala en Polonia, donde abordó un avión especial de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, para después dirigirse a la capital ucraniana en donde se entrevistó con el presidente Velodymyr Zelenskyy. Y Blinken no llegó solo, lo hizo acompañado del secretario de Defensa, general Lloyd Austin, con el objeto de refrendar el apoyo absoluto a Ucrania.

El viernes pasado el presidente de Ucrania durante una conferencia en una estación del Metro de Kiev, hizo la referencia a la visita de los altos funcionarios norteamericanos, seguramente motivado por el apoyo que se recibe, mientras que en la Casa Blanca y el departamento de Estado hubo hermetismo sobre el viaje de los funcionarios, interpretándose que se quería hacer como el mayor de los secretos para no correr riesgos que pudieran resultar catastróficos.

Este movimiento del presidente Joe Biden es la ratificación y compromiso de Washington de luchar ‘hombro con hombro’ por lograr la soberanía y la integridad territorial de Ucrania. Pero la decisión del viaje, me imagino, fue muy meditada y analizada sobre los posibles riesgos de que los funcionarios pudieran ser objeto de un ataque durante la visita, y las consecuencias serían gravísimas en caso ‘de que algo fallara’.

Una cosa es el envío de ayuda económica -ya miles de millones de dólares autorizados por el Congreso en las últimas semanas-, de asesoramiento militar desde Polonia y entrega de equipo militar para defensa de Ucrania, y otra cosa muy distinta -por los riesgos que implicaba- es enviar personalmente al secretario de Estado y de Defensa a la ‘zona de guerra’, que representa un significado extraordinario y una abierta advertencia a Rusia de lo que está en juego.

El conflicto en Ucrania en lugar de amainar, primero por la férrea defensa de su país de los militares ucranianos, y segundo, por el apoyo internacional que se ha recibido, ahora aumenta preocupantemente por las acciones criminales de los rusos en contra de la población civil y por el mensaje que se manda cuando Estados Unidos ha enviado como escudo a su máximo representante diplomático y al militar de más alto rango,  en un ‘cara a cara’ con la guerra y de reto a Rusia. ¿Usted, qué opina?

daniel.rodriguez@dbhub.net
 

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