Se me ocurre empezar con aquella vieja frase castellana: “éramos muchos y parió la abuela” o la consabida exclamación popular: “¡la que nos faltaba!”.En efecto, ya de por sí está espeso el panorama político nacional cuando se produce el autodestape, ni más ni menos que para la contienda presidencial de 2024, de un personaje tan detestable como el señor Ricardo Anaya Cortés.Como bien sabemos, dada la filiación republicana, se ganó por abrumadora mayoría la denominación de “C. Anaya”. Que el hombre, después de tantos desfiguros, quiera volver a las andadas no tiene por qué sorprender: su naturaleza se lo permite. Pero lo que sí sorprenderá es que, después de la desagradable experiencia de haberlo tenido como su abanderado principal, el Partido de Acción Nacional, le siga el juego y permita que el hombrecito se vuelva a encumbrar a sus costillas.¿Cuál es la característica principal de este político de nuevo cuño? El hombre emergió de las fuerzas conservadoras y “decentes” de un partido en el que, estemos de acuerdo o no con su plataforma ideológica, no podemos dejar de reconocer que destacaron políticos de gran probidad y muy buenas intenciones como, por ejemplo, el jalisciense Efraín González Luna y el yucateco Carlos Castillo Peraza, entre tantos otros. Pero resultó ser todo lo contrario.Una de sus cualidades más notables fue la capacidad de enriquecer sobremanera la ya de por sí rica corrupción nacional con los “machetazos a caballo de espadas”, es decir, morder incluso a los correligionarios…La otra, también de relevancia, y la que más salta a la vista, es el tono soez, grosero y cínico de sus agresiones a los demás combatientes en la palestra política. Dos años de insultar abiertamente con dinero de su Partido a sus rivales, hicieron de él un hombre de gran popularidad que, a la hora de la verdad, dio pie a que el electorado lo pusiera en su sitio, para beneplácito de los seguidores de López Obrador, quienes le pueden agradecer una buena cantidad de los votos en favor de AMLO en las elecciones de 2018.El presidente actual del PAN, de cuyas buenas intenciones no tenemos por qué dudar todavía, ahora insiste en que México “nada más hay uno” y lo tenemos que defender. La idea no es mala en principio, pero uno se pregunta, ¿ese México único “que tenemos que defender” es el que representa el C. Anaya?Supongo que, en aras de que el PAN levante cabeza, lo primero que debería de hacer es desafanarse de personajes como éste que constituyen una verdadera canaya que ensució más aun la política mexicana en el pasado y, según se ve, mantiene la misma traza de seguirlo haciendo.Supongo que no faltarán panistas preocupados por la profilaxis de su formación política y sabrán mantener la casa más limpia de como la dejó la contienda presidencial anterior.Finalmente, viene a cuento otro precepto: “no tiene la culpa el indio sino el que lo hace compadre”.