Martes, 26 de Noviembre 2024

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Revocación… ¿del INE?

Por: Jorge O. Navarro

Revocación… ¿del INE?

Revocación… ¿del INE?

A menos de dos semanas de que se realice el ejercicio de la revocación de mandato, el próximo 10 de abril, al que convocan a los mexicanos que están registrados en el Listado Nominal de Electores y cuentan con credencial vigente para votar, queda claro que hay dos objetivos centrales a alcanzar: otorgar un triunfo político al Presidente Andrés Manuel López Obrador, y minar la autoridad y autonomía del Instituto Nacional Electoral (INE).

Uno de los diputados integrantes de la Comisión de Puntos Constitucionales y de la Comisión para la Reforma Política-Electoral, Hamlet García Almaguer, confirmó que apenas se resuelva la discusión de la Reforma Eléctrica (lo cual puede acontecer antes del mismo 10 de abril si la mayoría de Morena consigue los votos faltantes y sigue la orden presidencial), la siguiente reforma a emprender será de carácter electoral y tendrá una misión central: tener un INE “más barato”.

En la narrativa de Morena y la Cuarta Transformación, “tener un INE más barato” supondría, necesariamente, el recorte de personal y de presupuesto.

Si se efectúa una medición real de la opinión de los mexicanos, muy probablemente una amplia mayoría aprobaría reducir el costo que significa el Instituto Nacional Electoral. Sin embargo, una reingeniería de esa naturaleza no debe pasar solamente por el hecho de recortar el personal y disminuir los recursos económicos que utiliza.

La meta debiera ser gastar menos, pero sin perder el Servicio Civil de Carrera y el alto grado de profesionalización que ha alcanzado la estructura humana del INE. Habría que reducir el dinero de forma paulatina, restando también las funciones y responsabilidades que se le han atribuido a la autoridad electoral.

Sería indispensable, también, hacer reformas que redujeran los candados en nuestros procesos electorales y modificar el financiamiento a los partidos políticos. Tener leyes más simplificadas que permitieran, por ejemplo, el voto electrónico y no las papeletas actuales, muy costosas y que se imprimen para absolutamente todos los votantes, aunque se cuente con la certeza de que no van a votar. En otras palabras, habría que confiar más y esperar que esa simplificación no nos hiciera regresar a las temidas etapas del voto comprado, las urnas robadas y las estrategias refinadas para engañar a los electores.

En fin… cambios profundos requerirían negociaciones, alianzas, compromisos comunes y revisión permanente de los procedimientos, sin que eso significara mayor costo político. Para llegar a esa etapa se necesitarían años.

En Morena, sin embargo, en aras de esa transformación que el Presidente Andrés Manuel López Obrador quiere conseguir antes de que concluya el período de seis años de su Gobierno, no tienen oídos para las razones, ni paciencia, ni atención a procedimientos.

La suya es una simple sed de venganza que ha quedado demostrada en cómo se actuó en casos como el Seguro Popular, los programas de apoyo a madres de familia o la Escuela de Tiempo Completo. Como se ha metaforizado ya en numerosas ocasiones, en el afán de acabar con los frutos podridos, deciden derribar el árbol completo.

Para el partido Morena y particularmente, para sus diputados y la mayoría de senadores, la compleja discusión para organizar la revocación de mandato que obligó a intervenir al Tribunal Electoral, la Suprema Corte de Justicia de la Nación y la Secretaría de Hacienda, sólo servirá para atacar y diezmar al INE.

Hay un escenario seguro: el Presidente López Obrador continuará en el cargo, la revocación no alcanzará la votación mínima del 40% del total de votantes, y el Presidente y sus allegados atacarán al INE por el resultado.

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